Una nueva entrega de la columna Desde Adentro, que se publica todos los domingos en La Voz.

Talleres, Belgrano e Instituto clavan las uñas en la tierra buscando refuerzos en su afán de mejorar sus planteles y tener más chances de acceder a sus objetivos. “No está fácil la cosa” suena en barrio Jardín, en Alberdi y en Alta Córdoba. El dólar blue no detiene su escalada, y así como influye en los precios en las góndolas, también aumenta el valor de los futbolistas pretendidos.

El cuello de botella se hace más ostensible. Cada día de pandemia es un contundente golpe al bolsillo de los clubes, contenidos por la fidelidad hasta incomprensible de sus hinchas-socios, por el apoyo de gran valor pero siempre condicionado de los auspiciantes y por los derechos de televisación, el respaldo mayor con el que pueden salir a la cancha.

Sin embargo, esa fidelidad del socio no será perpetua; con el tiempo se irá degradando a la par de sus propios problemas económicos, algo que, en realidad, en algunas instituciones más, y en otras menos, se ha ido produciendo. Cuesta no dudar que más de 20000 personas sigan pagando su cuota societaria desde marzo del año pasado y hasta ahora sin recibir casi nada a cambio.

Lo cierto es que los dirigentes intentan contrataciones de jugadores que en algunos casos son pretendidos por varias instituciones, lo que dificulta aún más la posible vinculación. No en vano, el presidente de Talleres, Andrés Fassi, opinó sobre lo importante que ha resultado mantener el plantel casi intacto, o con pocas deserciones. Nadie, ni Boca Juniors ni River Plate, ni ningún otro equipo, grande o chico, ha roto el mercado con contrataciones ostentosas. El agua le llega al cuello a todos; nadie invirtió como para decir desde temprano: “Este campeonato es mío”.

En un ambiente en el que no abundan las balas, River parece haber tenido hasta ahora la mejor puntería. Braian Romero acertó dos veces y puso a los Millonarios en los cuartos de final de la Copa Libertadores de América, el único equipo argentino es esa instancia. Boca, con Rolón, Briasco y Orsini, mientras achicó notablemente su presupuesto con la salida de Carlos Tevez, y entre conflictos, injusticias y corredores sanitarios, ya quedó en el camino.

Nadie le puede quitar al hincha la ilusión de tener cada año un equipo mejor armado, ni soñar con campañas más exitosas. En Instituto y en Belgrano no especulan con otra cosa que no sea el ascenso; en Talleres, el mismo Fassi ha sostenido que una buena actuación en el torneo local y otra clasificación internacional contemplarían las ambiciones de su feligresía.

¿Habrá una bendita venta que haga el sillón más confortable y el horizonte más atractivo? Talleres tiene las fichas puestas en Piero Hincapié, de cuya transferencia se desprenderían una buena cantidad de dólares para darle más alternativas a Alexander Medina. Celestes y Albirrojos se disputan a Marcelo Meli, sin la menor certeza de que la operación sea exitosa, sea para tal o cual lado.

Sin grandes sorpresas en el corto plazo, el mismo Medina, Guillermo Farré y Marcelo Fuentes, los entrenadores de los tres equipos, tienen la oportunidad y la responsabilidad de demostrar doblemente su valía, por supuesto a la par de sus jugadores, en un campo yermo en el que casi con seguridad no le brotarán jugadores que le alivien la búsqueda de sus sueños dorados.