Una vez más, el equipo tendrá que empezar todo de nuevo después de ser goleado 4-1 por Defensa y Justicia.

Mucho tendrán que hablar el técnico uruguayo Alexander Medina y el plantel de Talleres. Deberán clavarse a fondo la mirada y decirse lo que sienten y lo que piensan sin reparos. Con la mayor sinceridad posible. No es momento de diplomacia ni de palabras bonitas.

Algo de eso sobrevoló las declaraciones del “Cacique” tras el sorprendente 4 a 1 que Defensa y Justicia le estampó ayer a la “T” en el hervidero de la tarde de Florencio Varela. “No me sentí representado por lo que hizo el equipo, no hicieron nada de lo que dijimos e hicimos en la pretemporada”, espetó el entrenador sin poder entender todavía las razones de una actuación tan decepcionante desde lo futbolístico y lo anímico.

En ninguna de las dos materias, el equipo de barrio Jardín dio la talla mínima imprescindible. Se hundió demasiado pronto y a la hora del naufragio final, nadie asomó la cabeza para pegar el último grito de rebeldía. Ni adentro ni afuera del campo de juego.

“No nos queda otra que recuperarnos pronto. Contra Boca habrá que dar más del 100 por ciento” admitió José Mauri, el único de los jugadores que aceptó un breve cruce con los periodistas.

El resto dejó lo más rápidamente posible el vestuario visitante. Nadie quiso asumir de cara a las cámaras y los micrófonos por qué tantos hicieron tan poco cuando se esperaban tanto. Porque Talleres (que lucha por meterse en una Copa continental en 2021) fue el primer equipo que volvió al trabajo el 26 de diciembre pasado y ganó sus dos partidos más “formales” (3-1 a San Lorenzo y 5-1 a Liverpool en la Boutique) con un juego promisorio.

En cambio, el Halcón había soportado la renuncia de su técnico, Mariano Soso, en protesta por el desmantelamiento indiscriminado de su plantel. Ayer dirigió el DT de la Reserva, Pablo De Muner y hoy asumirá Hernán Crespo, el nuevo entrenador.

Pero las diferencias se percibieron en sentido inverso. Defensa fue el equipo organizado y armónico que se suponía debía ser la T que a su vez, resultó una expresión desarticulada e improvisada. Irreconocible como lo dijo Medina en su rapto de sinceridad tras el partido.

La goleada cayó por su propio peso sin que Talleres hiciera nada por evitarla o al menos maquillarla. Como si se hubiera rendido mucho antes de tiempo. Por eso será clave la semana albiazul. Llega Boca el domingo al Kempes. Y es posible que en la semana, el presidente Andrés Fassi anuncie alguna venta importante (¿Cubas?, ¿Nahuel Bustos?) y la compra del delantero que le prometió al DT (serían dos si se transfiere a Bustos).

Pero antes deberá darse el sinceramiento entre Medina y los jugadores. Y luego el trabajo intenso de campo para refrescar ideas que parece que no están del todo claras y evitar errores, los mismos de ayer u otros que Boca no habrá de perdonar.

Caso curioso el de Talleres. Cuando parece que está para dar el gran salto, da dos pasos atrás y se cae. Le sucedió el año pasado cuando entre Superliga y Copa Argentina perdió cinco partidos al hilo. Y volvió a pasarle ayer tras una pretemporada que hizo ilusionar a sus hinchas. La tarde del despegue terminó siendo la de su gran derrumbe. Nada quedó en pie. Por eso, en la semana Talleres tendrá que empezar todo de nuevo. Una vez más.