Con el aliento de más de cuatro mil hinchas, la “T” no supo mantener la ventaja que tuvo a favor en Santiago, perdió 2-1 con Palestino y quedó eliminado de la Libertadores.

Nahuel Tenaglia se agarra la cabeza. Juan Pablo Vojvoda mira al piso. Nadie en Talleres puede creer lo que erró Sebastián Palacios cuando promediaba la etapa final ante Palestino. Es que “el Tucu”, quien en tantos partidos fue figura, esta vez falló, y aunque Talleres por esos minutos se estaba clasificando, todos entendieron que se había perdido la oportunidad de liquidar la serie.

Y, como pasó en Córdoba en el partido de ida, la ventaja a favor hizo retroceder de manera inconsciente a la “T”, que lo pagó caro. Palestino le quitó la pelota y eso es lo que más sufren los equipos de Juan Pablo Vojvoda. Apareció “el Mago” Jiménez, frotó la lámpara y los locales se clasificaron al Grupo A de la Copa Libertadores tras el 2-1 al Albiazul en el San Carlos de Apoquindo de Santiago de Chile.

Tras el pitazo final del árbitro Leodán González, se desmoronaron las ilusiones albiazules. Pero, tras masticar bronca, deben verse los puntos positivos. Talleres llegó a Chile invicto. A más de uno le puede doler que sólo un partido perdido cueste tan caro, pero en la previa ya Guido Herrera había anticipado que para pasar la serie se necesitaba ganar un partido.

Cuando pase ese fastidio, seguro que se encontrarán cuestiones positivas y negativas, pero lo más trascendente será levantarse. Y así lo entendieron los más de cuatro mil hinchas albiazules que estuvieron en el estadio chileno. Más allá de dos inadaptados que se metieron al campo de juego al final, el resto de las simpatizantes aguantó por varios minutos en las tribunas y, tras el silencio de la derrota, llegaron el aliento y el agradecimiento de los albiazules al equipo.

Así como se levantaron en las tribunas, Vojvoda deberá levantar a los suyos porque Talleres tiene por delante varias competencias y está a tiro en la Superliga de la zona de clasificación a la Copa Sudamericana 2020.

Puñetazo a la pera

La eliminación de la Copa Libertadores 2019 le privó a Talleres de hacerse de como mínimo 3,5 millones de dólares, algo a lo que habría que sumarle las recaudaciones que podría haber hecho ante los tres rivales en el estadio Mario Kempes y la vidriera que significa para los futbolistas.

“No es un partido de vida o muerte”, había asegurado durante la semana Andrés Fassi, el presidente de Talleres, quitándole dramatismo al juego de la tarde-noche de ayer. Y ese buen mensaje es el que deberá internalizar el plantel para reponerse de este gancho a la pera que le dio Palestino.

Tras la final perdida en 2014 contra Gimnasia de Mendoza, Talleres empezó a dar pasos firmes hacia un crecimiento. Esta participación en la Copa Libertadores es otro más, por lo que en algunos días ese mal trago debería comenzar a dejar un aprendizaje positivo en barrio Jardín. Talleres volvió a jugar un certamen internacional tras más de una década y eso es más que saludable. Aunque ayer el final del día lo encontró triste.