Una mirada sobre el presente de Talleres, un equipo menos vistoso y más eficiente que en buena parte de 2018. 

Hablemos del “nuevo” Talleres. Y para graficar lo de “nuevo” vamos al pasado reciente. Había un Talleres con una posesión de pelota “barcelonezca”, que se cansaba (perdón por la exageración tan cordobesa) de perder partidos que no merecía perder.

Era un Talleres que sólo ganaba si era el Talleres que “tocaba y tocaba” y desbordaba adversarios con sus maneras: mucho juego por las puntas, pase entre líneas y demás virtudes. No había forma de que ese Talleres sacara adelante partidos en los que no jugaba “siendo Talleres.

El “nuevo” Talleres quizá haya nacido ante Belgrano, en octubre. Las cosas como son: ese clásico venía parejito e incluso con los celestes haciendo los deberes como para ponerse en ventaja, pero... un error ajeno derivó en aciertos propios.

El 3-0 final parecía impensado para aquel Talleres de las primeras fechas, ese que se buscaba y no se encontraba en medio de la transición pos-Kudelka. Entre saltos y sobresaltos, el equipo ahora de Vojvoda llegó al final del año asumiéndose distinto al que Kudelka forjó en los épicos ascensos del Torneo Federal A a la B Nacional y de la B a la Superliga.

El “nuevo” Talleres es modelo 2019. Menos lírico, más poroso. Menos pretensioso, más efectivo. Y el hincha se siente representado, le gusta lo que ve aunque no haya brillo ni chiches. Han habido (perdón por otro modismo cordobés) equipos de Talleres que jugaron más lindo.

No “han habido” Talleres tan eficientes como este de hoy desde el retorno a Primera en 2016. Y hasta el “Talleres suplente” saca resultados. Los 0-0 con Atlético Tucumán y Huracán antes eran 0-1.

El Talleres que le jugó a São Paulo fue un orgullo para sus hinchas. “¿Pero si no pateó al arco en Brasil?”, se quejará un hater en el campo de los comentarios de esta columna cuando esté publicada en la web de Mundo D.

El asunto no fue ese, el de patear al arco o el de bailar a São Paulo. El asunto fue que Talleres fue el gigante de la serie y dejó chiquitos a los brasileños. Y lo hizo apelando a acciones que otrora eran un drama. Palacios, por ejemplo, terminó corriendo y marcando y no gambeteando; haciendo el juego sucio de ir sacando amarillas al rival y no el de ir limpiando el ataque.

Cosas del “nuevo” Talleres, un equipo absolutamente preparado para seguir haciendo historia acá y en alrededores.

El texto original de este artículo fue publicado el 19/02/2019 en nuestra edición impresa.