El delantero tucumano volvió potenciado desde el Pachuca. Arrancó muy bien en la Superliga y, en los dos partidos contra São Paulo, su aporte fue decisivo.

Si el Morumbí tembló por Talleres fue porque Sebastián Palacios fue uno de los que más lo agitó. Por derecha, Reinaldo sólo pudo frenarlo con patadas. Y cuando se cruzaba de banda, era Bruno Peres el que lo maltrataba.

Y lejos de sentirse intimidado, el tucumano seguía a pura gambeta para mantener a raya a São Paulo y a la espera de que Dayro Moreno llegara para estirar una diferencia que se había hecho en el juego del Mario Alberto Kempes.

Era el mismo que se llevaba las marcas para que Juan Ramírez, Tomás Pochettino y Leonardo Godoy se animaran a tirar una diagonal hasta el corazón del rival.

Palacios, lejos de esconderse, fue más valiente que nunca. De la misma manera en la que fue un problema sin solución para el ahora exequipo de André Jardine (fue despedido ayer) en el 2-0 del encuentro de ida en Córdoba.

Ahí también hizo temblar al Kempes. “Si segundas partes nunca fueron buenas, el tucumano es la excepción. Para Talleres es San Palacios. O en portugués. Es São Palacios. Ni más ni menos”, decían Raúl y Carlos Sosa (padre e hijo) y Marcos Pineda, los hinchas de Talleres que se habían llegado hasta el vestuario albiazul, locos por ver al ídolo tucumano.

“La verdad es que es un momento histórico. Estoy orgulloso de este equipo. Jugamos un partidazo en Brasil. Talleres hizo lo que hace un grande. Estoy feliz por la clasificación que nos llevamos”, contó “Seba”, quien ha superado las expectativas iniciales.

Palacios no venía jugando en Pachuca y la última parte de su etapa en Talleres (bajó el nivel, más allá de una fractura en el codo) generaba ciertas dudas. Sin embargo, el presidente Andrés Fassi apostó de vuelta por él.

Luchó con su representante Carlos Granero y también con Frank Kudelka, su ex-DT, quien lo quería para la Universidad de Chile. Al final, volvió y junto con Dayro Moreno fueron la mejor sociedad ofensiva que podría haberse formado para lo que se venía. Se potenciaron y también lo hicieron con el equipo. Volvió recargado y casi sin egoísmos.

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–¿Cuál fue la clave para vencer a un grande como São Paulo?

–Talleres es un grande. Somos un equipo grande. Sabíamos que nos iban a tocar equipos difíciles. En esta Copa no hay equipos fáciles. Por eso están. Nosotros saldremos a jugar de igual a igual más allá de quién nos toque. Dejaremos la vida, como siempre.

–¿Qué sabés de Palestino?

–No mucho. No he visto sus partidos, pero sé que vamos a salir a jugar como si fuera el último partido. Como lo hemos hecho hasta ahora.

Los hinchas disfrutan de la mejor versión de Palacios. Agustín Alba, Rafael García, Ramiro y su padre Julio, simpatizantes de Talleres hasta la médula, están dispuestos a tatuarse al tucumano como muestra de agradecimiento. “‘Gracias por volver’, será la leyenda que va a acompañar el tatuaje”, dijeron los fanáticos e incondicionales del delantero, quien regresó a préstamo por un año.

Los compañeros

Sebastián Palacios es una de las historias que más se consume en este Talleres que eliminó a São Paulo en dos partidos y cruzó a la Fase 3 de la Copa Libertadores.

Por los capítulos pasados que le sirvieron para hacer pata ancha en el impredecible Mundo Talleres; por los actuales, en los que se lo ve más peligroso que nunca; y por los que vendrán, en los que el primer equipo debe clasificarse a la fase de grupos, el resto de la Superliga, la Copa de Liga y la Copa Argentina.

“Tenemos que aprovechar al tucumano y a Moreno”, reconocieron desde Juan Ramírez hasta el último de sus compañeros, en una clara señal del peso de los delanteros albiazules.

Y lo mejor de esta historia es que fue “el Tucu” quien dio el primer paso en cuerpo y alma. Fue el primero que manifestó sus ganas de volver. Luego, siguieron las conversaciones entre su representante y Fassi. Se fue el pibe Nahuel Bustos, el goleador albiazul en la Superliga, y llegó el mejor Palacios. O São Palacios, como le decían los hinchas en su periplo por tierras brasileñas.