El plantel de la “T” volvió a practicar con la presencia del colombianoy de Sebastián Palacios, sus dos primeros refuerzos. 

Los 33 grados de temperatura, un par más de sensación térmica y los rayos del sol que caían a plomo pegaban duro a las 17 de ayer, en la Boutique de barrio Jardín.

A esa hora, el plantel de Talleres volvía a practicar después de su licencia. Pero el calor criminal no fue un obstáculo para que los 32 jugadores que se presentaron ayer a la fajina, con los cuerpos tostados tras las vacaciones, le pusieran las mejores ganas.

La expectativa estaba puesta en la presencia de dos futbolistas, Dayro Moreno y Sebastián Palacios, los dos delanteros que llegaron como refuerzos para el plantel que dirige Juan Pablo Vojvoda.

Uno, el centroatacante colombiano, lo hizo con su contrato firmado e incorporado oficialmente al grupo. Y el tucumano, en tanto, lo hizo sin que se hubiera oficializado su regreso al club, circunstancia que se aguarda para hoy.

Los PF Alexis Olariaga y Emanuel Lillini hicieron trabajar mucho a los futbolistas, pero con todos los recaudos de hidratación para evitar cualquier sorpresa indeseada. Y tanto el atacante cafetero como “el Tucu” lo hicieron a la par de sus compañeros.

Dayro fue conociendo a sus compañeros en la medida en que se desarrollaba la práctica. Pero con uno ya se conocía: Javier Gandolfi, quien fue su compañero en el Xolos de Tijuana. Se movió al lado de su compatriota, Diego Valoyes, quien sorprendió con su look: cabeza afeitada y trencitas con extensiones. No tanto como Pablo Guiñazú, quien apareció con ese corte “mohicano” que cada tanto se hace y que fue marca registrada de su paso por el fútbol de Brasil.

Para Palacios, en tanto, la puesta fue un reencuentro. No pasó tanto tiempo desde que se fue, sólo un año, y varios de sus excompañeros se mantienen en el plantel. Hubo abrazos y bromas con “el Cholo”, Caranta, “Cobija” y otros jugadores, pero no le dieron tiempo para mucho: laburó como el que más.

Trabajo con cargas y ejercicios varios para todos y después a hacer pasadas bajo el sol. El DT Vojvoda se prendió en las corridas y parecía un jugador más. No escatimó esfuerzos. De hecho, hace pocos años que dejó la práctica activa del fútbol.

Como no hubo fútbol formal, a Dayro sólo se lo pudo ver unos pocos momentos tocando el balón. Se lo ve bien físicamente y se le nota la experiencia de sus 33 años. Pero hubo que esperar hasta el final de la práctica para conocerlo.

Brazos tatuados, pulseras, gargantillas, zapatillas brillantes y esmero para presentar el look bien colombiano. Pero tiene una voz bajita, que obliga a un gran esfuerzo para poder escucharlo.

Se notaba que estaba en un medio desconocido y con cierto gesto de desconfianza. Pero después de un par de preguntas se fue soltando y hablando más fluido.

“Se dio la oportunidad de venir a Talleres porque Andrés (por Fassi) conoce a mi empresario desde cuando yo estaba en el Tijuana. Tuvimos una conversación y le dije que me gustaría venir. Me atrajo mucho la posibilidad de jugar la Copa Libertadores en este club”, dijo el atacante.

Y agregó: “Yo tenía varias propuestas. Del fútbol brasileño, ecuatoriano, paraguayo, y alguna de Europa. Pero con mi empresario evaluamos la seriedad que tiene Fassi y su proyecto para Talleres. Cuando vine a Córdoba hace unos días para firmar el contrato, tuve una charla muy buena con él y me terminó de convencer”.

“Yo vengo a hacer goles en Talleres, quiero ser goleador. Es lo que hice en toda mi carrera” agregó. Y cuando Mundo D lo consultó respecto de sus antecedentes de inconductas, comentó: “Me han contratado para hacer goles. Lo del pasado ya quedó atrás. Me sumo a este grupo con la expectativa de hacer las cosas bien y dispuesto a tener buenas actuaciones”.

El texto original de este artículo fue publicado el 27/12/2018 en nuestra edición impresa.