En 2014 se puso la de Talleres, de manera oficial. El goleador histórico de las inferiores, tiene en su haber aquel gol del ascenso y hoy goza del privilegio de titular indiscutido, camino a primera. La vida, un sueño para Victorio "Pipe" Ramis.

Miralo vos a ese negrito desgarbado, cruzando la acequia para ir al predio. Tres grados bajo cero, descalzo a los 12 años, con las zapatillas y las medias en la manos. Y después, rápido a ponérselas otra vez y repiquetear para que los dedos vuelvan a la vida.

Miralo vos al negrito, con Talleres en el alma, cruzando así varios inviernos porque el puentecito que unía la ruta con el predio estaba destruído. Y algo por lo que jamás pasará un pibe de hoy. Así son los recuerdos de Victorio Ramis, ese negrito de barrio, ese flaquito de potrero, ese soñador de goles y más goles en su pieza tapada de posters.

Miralo vos a Victorio Ramis, el que te dio el gol del ascenso a la B Nacional (27 de octubre del año pasado), el que se metió con su flacura entre un par de monos para que el DT al final lo metiera entre los 11.

Picante en el barrio y con la T. Así arrancó el sueño de Pipe Ramis.

Victorio Ramis es el regalo de su papá, Eduardo; es la sonrisa de mamá, Clara. Y es el beso de Romi su hermana. Y también la piel entintada de su hermano Andrés.

El Pipe, que trae ese apodo de chiquito, que se crió entre decenas y decenas de meses apretados. El que se tuvo que guardar más de un lujito para que nada faltara en la casa.

Pero eso es tener memoria, la del viejo que lo llevaba a todos lados, a la escuelita, a la canchita. La de la vieja, que con el esfuerzo de una madraza se hacía el tiempo para llevarlo hasta el predio que aún no era "Amadeo" y que lo obligaba a tomar hasta tres colectivos.

Miralo a Ramis, ese que hace dos años se puso la camiseta albiazul de manera profesional y que se metió en esa áspera B Nacional ante Huracán.

Qué regalo para papá allá por 2014, justo el día de cumpleaños de Eduardo, cuando hacían fuerza para tratar de zafar y no caerse. Pero miralo a Ramis, miralo vos a ese pibito que se fue llorando de la cancha porque Talleres se volvía al Federal A.

Ni él tenía la dimensión de todo lo que se le vendría. Hoy, a los 21 años ( el 7 de julio cumple los 22), es uno de los pilares del equipo de Frank Darío Kudelka en esta B Nacional de mieles.

"Sabés las cosas que recuerdo. Lluvia, piedra, fríos inmensos y los colectivos que habremos tomado. Comida tibia para él, nunca nada normal, puro sacrificio", cuenta Clara la mamá.

¿Y el loquito de Andrés? El hermano mayor de Pipe, que iba a intentarlo en el fútbol, pero que de a poco el flaquito se lo fue "comiendo". Hermanos de sangre y de pelotas en el patio, sin dudar se tatuó un festejo de Victorio en la pierna. "¡Te amo hermano!", y está como todos.

Mirala vos a la familia Ramis. Todos ahí subidos a ese barquito y remando y remando cada día.

Y a Romi, la hermana del goleador de la T, y que hasta celosamente "cuida".

Andrés, el hermano de Victorio, se tatuó la imagen de su hermano festejando un gol.

Miralo vos a Pipe Ramis, ese flaquito que se animó a más, que hoy saludan en todos lados y al que le agradecen aquel golazo que llegó desde el banco ante... Sol de América.

Y miralo vos ahora, al que le sacaron la 9, por Eial y por Kluse y que se transformó en un volante picante por derecha, de esos que tienen la obediencia de las inferiores. Y que se animó a romper ceros para un par de gritos en esta B Nacional.

Miralo vos a Pipe, titular indiscutido en este Talleres que huele a primera división. El sueño de aquel negrito del barrio, del chico que aún duerme abrazado a la pelota, de ese que apenas dos años atrás, salió a la cancha con los ojos llenos de luz para comenzar a marcarse el camino. ¡Miralo vos a Pipe! ¡Miralo vos a Ramis!