Guillermo Hoyos metió su impronta como DT y el equipo mejoró su juego. Y en la libretita ya escribió su próximo sueño.

Una furia incontenible. El área técnica es un trazado de nervios. El jugador número 12 es el técnico de Talleres. Quien, a lo Gregg Popovich, como el DT de San Antonio Spurs tira efusivas indicaciones. Se para. Anota. Ángel Guillermo Hoyos porta esa libreta que ya es “trending topic” de los hinchas. La voz de la popu, de los plateístas... “Está re loco. Nunca vi a un entrenador tomar nota”, tiran desde las gradas.

Hoyos tiene un anotador con canchitas dibujadas y desde allí reparte a diestra y siniestra mientras sus players corren y corren.

“Anoto cosas para mí, ja. Pero trato de anotar cosas que nos den más opciones en ataque que en defensa”, dice el DT albiazul.

Más que un “perfeccionista”, Hoyos quiere ser un innovador. Que sí el creía que había un patrón de jugadas a desarrollar, quizás en ese momento se dio cuenta que con otra alternativa era mejor. Entonces, anota. Si el relevo no llegó a cubrir el retroceso y el volante se lanzó vertical, quizás en diagonal sea una solución. Alocado, con gestos en un manojo de nervios en un estado “especial” Hoyos abre la cancha para los costados.

“La idea siempre será ofensiva. Corregimos retroceso, regreso marcando, tratando de que no nos sorprendan. El equipo va entendiendo la idea”, repite. Hoyos para la pelota para reflexionar, en la previa del choque de esta noche, desde las 20, ante Unión en Mar del Plata. Cree que el equipo ha funcionado.

“Yo creo que hemos jugado bien, un fútbol en el que los chicos se sintieron cómodos. Nos queda un camino importante para todo eso. Talleres siempre tuvo un fútbol en el que siempre respetó la pelota, el espectáculo. No te olvidés que Talleres ha tenido y tiene campeones del mundo que han marcado el camino de la historia”, agrega.

Hoyos está muy calmo. Suena como si hubiera salido de una sesión de masajes relajantes. La voz no se le entrecorta tanto. La emoción sí quiere jugarle una mala pasada cada tanto. Pero, el técnico se aferra a su idea, la reivindicación por el amor al juego. Pero ese romanticismo, plasmado. Como sucedió el lunes pasado ante Ferro de General Pico, en la gran goleada 4-0 en el Kempes.

“La idea es la de transmitir un fútbol que sentimos y buscamos. Yo creo que la producción de ataque es lo que uno siente. Cuando nos atacan uno se siente angustiado, prefiere disfrutar de ver atacar al equipo”, dice. Hoyos toma más notas. Muchas. Y se las guarda. No quiere “develar”. Piensa que en la letra chica, en un apartado al pie de página y en una especie de código, juega con iniciales y números. Fechas mezcladas con la letra A, de “ascenso”, la H de “historia”, la que quiere que lo abrace otra vez: “Nosotros tenemos mucha ilusión y mucho deseo. Acá hay muchos recuerdos con mi viejo y grandes amigos que hemos compartido vestuarios, momentos, uno se roza con la emoción porque es un volver a sentir”.

Anotalo en el ascenso. Guillermo Hoyos ya lo escribió, chiquito en la libreta y hace rato para sus adentros. El sueño está latente.