El partido de Talleres. De menor a mayor, la T dibujó un gran partido, se impuso sobre Instituto por 2-1 y se quedó con el triangular de verano. Brítez Ojeda, que hizo un golazo, el mejor.

Aún se veían los papelitos metalizados de la noche anterior. La pólvora había quedado guardada también de algún fuego artificial que no prendió. Talleres recogió el guante del Superclásico y se acunó en la barra del verano para tomarse una nueva copa. De esas que no emborrachan.

De esas pasajeras. Pero una al pasar. Como para no olvidar el sabor de las grandes celebraciones. Como para ensayar en este 2014 el salú y hasta el fondo. Talleres se vistió nuevamente del Talleres que sus hinchas quieren ver. Del fachero. Del que se para y se levanta algo con un pestañeo.

Ese es el Talleres que a la gente le gusta. El que sale a romper la noche, el que se ajusta la camisita brillosa para descollar. Y que juega con aires de ganador.

Eso hizo la T, creciendo desde abajo, animándose de a poco ante el bueno de Instituto. De esos equipos que se miran con respeto, pero que a la vuelta de cambio se les puede avasallar.

Rubén Forestello no tuvo al pie del cañón al equipo que hubiera querido. Es decir, el de los nombres que tiene en su cabeza. Por lesiones y por la ausencia "obligada" de Favio Álvarez (resuelve aún su situación contractual y no puede ser utilizado). Pero que, a la larga, pudo sostener en ese plan que le gusta. Atacando, buscando. Y lo empezó a hacer con los centrales bien parados atrás. Dos patovicas que no dejaron pasar casi nada.

Nievas y Vera, selectos con los errores. Poco por criticar, al contrario. Con el correr de la noche, de las canciones que bajaban a la pista verde, la T la fue copando.

Carabajal vertiginoso, Barrionuevo por momentos, Klusener haciendo poco con nada. Edison Torres ganó en su zona con criterio y le dejó servidas las mejores posibilidades a un Brítez Ojeda mas "fino". Saliendo limpio. El 5 de la T fue uno de los grandes destacados. Que se ganó a la más linda allá por los 41. Cuando asomaron unos lentos. Justito. Metió un zapatazo que fue imposible para Chiarini. El 1-0 fue de play.

Artístico. Coleccionable de verano. Y a los pocos minutos fue Sánchez Sotelo el que bajó la persiana tras una proyección en esquíes de Carabajal. Gaby cerró la jugada con centro atrás y ahí estaba el Lobo. Justito para el 2-0. En la noche, sólo a Instituto le quedaba ganar algo en el "after", pero en el ST apenas arañó un gol inútil sobre el final. El Matador se plantó en espera, controlando, ya se había echo un buen levante, tenía todo abrochado.

Después de esa noche de Superclásico estruendoso, a la T, con una copita, apenas le alcanzó en esta noche de verano, en la que encontró razones para saber festejar. Aunque sea muy atrás de las bambalinas de lo que queda de la temporada. Esa sí que será otra cosa.

El árbitro. Gonzalez: Correcto, pero muy lejos de las acciones. No paso mayores sobresaltos. En definitiva, aprobado.

El mejor. Marcos Brìtez Ojeda. Fue clave y ordenado en el medio. Llegó bien con gol y abrió el juego para la T. Gaby Carabajal, ahí.