La "T" lo hizo. El gol de Bottino armó una fiesta inigualable. Humo azul y... blanco.

Hay humo blanco saliendo del Kempes. El carrito de chori no para. Una doña se chupa los dedos brillosos y sigue armando y armando con el chimi chorreando. Un carro de chori después de una noche así es como el confesionario del pos partido. Tres grones cerca del puente del acceso norte están hasta las manos, baleados de tanto tetra. No se les entiende nada. Y encima están con un hilito de voz. “¡Habemus Papá!”, grita uno a las risotadas y como puede. ¡El papa es argentino y Belgrano tiene papá! Talleres tiene el celular de Dios. O el de ahora Francisco I. La feligresía albiazul mete una noche de sábado en un miércoles gris, tórrido y frío.

Pero el verano sigue latiendo de este lado del hemisferio de la pelota. Todavía los negros se pellizcan detrás de la Willington. Todavía lo ven al flaco Bottino. ¿Cuántas veces lo insultaron a ese 8 desgarbado? Pero bueno, eso es el fútbol.

¡Mamita querida! Como si la capilla sixtina mirara por encima de calle Olimpia en barrio Jardín. Talleres es una fiesta, vive la mejor semana de su historia en el último lustro. Arrancó con el pie derecho en la Fase Final por el ascenso y ahora se lleva este regalo del cielo, con papa argentino.

Ese primer tiempo de Talleres fue apenas una resistencia. Lo que agigantó de entrada la figura de su arquero Diego Aguiar. El 1 de la T tuvo que tapara dos remates de entrada, antes de los primeros tres minutos. La síntesis de esa primera parte fue la solvencia de su arquero. Cortó centros claves. Bajó varias pelotas y volvió a los revolcones pasando los 35 minutos Belgrano le había sacado la pelota. Y con Álvarez por momentos en el medio, con Bottino por derecha y con la picardía de Olivera, la T se las arregló para inquietar a Olave. El golero de la B le tapó una clara a Klusener sobre el cierre.

Habían pasado varios rezos en cadena. La bendición del cura. Y la de Sialle. Que logró convencer a sus fieles de que esto puede ser historia, cosa seria. Cuerpo y sangre de clásico, Talleres llora agua bendita, la cruz parece pesarle menos sobre sus espaldas.

En el complemento las cosas no variaron. ¿Sialle usó el método Zielinski? Aguantó, marcó, resistió. Talleres era eso. Tenía en las manos de Aguiar las llaves de la puerta del infierno cerradas. Klusener golpeaba las puertas del cielo. Pero por la ventana, fue el Flaco Bottino se coló por un tragaluz a los 24. Con ese remate de llanto. 11 leones miran al árbitro como si fuera la chimenea más famosa del mundo. Se queda con el clásico por la Copa. Por los porotos, por los puntos, por un torneo de AFA. “Chau Belgrano” le cantan. No lo pueden creer.

El pitazo final fue el humo que salió frondoso, anunciando lo que cualquier hincha siente en la Willington: “¡Habemus Papá!”.

Mientras, los grones del carro de chori se van envueltos en el humo blanco, oliendo a chimi, llorando por un mundo mejor para este Talleres.

Se viene 16avos. Talleres enfrentará al ganador de la llave entre Argentinos y Sportivo Belgrano, a jugarse el 23, en cancha de Instituto.

Pompei. Sin complicaciones para llevar el partido, más allá de que amonestó a más de medio equipo de Talleres. No tuvo ninguna polémica.