Ni una alegría. Todo es desazón. Un fin de semana para olvidar rápidamente con Talleres haciendo un papelón ante un ignoto Guillermo Brown, cuyo nombre es más conocido por haber sido el primer almirante de la fuerza naval argentina; con un Racing que ya no depende de sí mismo al caer ante Deportivo Maipú de Mendoza y cuyo último gran registro data del primer Nacional B, allá por 1986 cuando hacía fuerza con los jugadores de Unión San Vicente; y ni hablar del clásico que protagonizaron con total aburrimiento Instituto y Belgrano con un espectáculo feo, digno de alguna película de terror y con protagonistas en el banco de suplentes que no lo querían perder y con ese miedo salieron a la cancha como para -prácticamente- no atacarse.

Ni una alegría. Todo es desazón. Hace cinco años casi que no hay un equipo de Córdoba en Primera y si es así es porque algo se hace mal. A los cordobeses ya no nos importa si no logramos con nuestros equipos los dos puestos de ascenso directo, penamos por llegar a una promoción en la B Nacional, penamos en un nonagonal donde equipos novatos (Brown), otros que regresaron del más allá (Central Norte) y hasta aquellos que son más conocidos en el básquetbol (Libertad) nos dejan atrás. Penamos por entrar en un minitorneo con Racing pero en donde hay que ganar más partidos que el Barcelona en la Liga española. Penamos porque Juniors no se nos vuelva a la Liga Cordobesa.

¿Dónde quedaron aquellos buenos viejos tiempos? Nada es igual, todo se transforma.