Aranda y Sacripanti, hermanos del gol
¡Vamos que nos vamos! Todos esperan que el Bati y Sacri le den la alegría a la T. La idea fija del ascenso está latente y saben qué se están jugando. |
Juega Talleres. Vuelve el duo Aranda-Sacripanti. La T los necesita en un juego chivísimo ante Brown.
Es verano. En barrio Jardín todo parece verano. Arde, siempre. Y en la mirada gris de Talleres, llueve. Para otros son las cenizas densas del averno del Argentino A. Para otros, es el estado puro, calorámico, esfervecente, incontrolable. El destello de una brisa que puede transformarse en un río de lava. Y la vida volcánica del hincha pone en los jugadores la más alta responsabilidad. Es así este club en el peor sitio que le ha tocado ocupar en la historia.
En esta nueva, la que quieren terminar de escribir, están ellos…La dupla, esa misma que tan buenos dividendos le dio en un semestre que les resultó inolvidable. La temporada anterior los vio protagonistas. Y después de que el objetivo se escapara, hay una nueva oportunidad. Adrián Aranda y Lisandro Sacripanti vuelven a juntarse en los 90 minutos para creer que aún todo es posible.
La concentración de la T está calma. Después del almuerzo y siesta se viene la merienda. Se cruzan las miradas, Ribonetto que chicanea desde lejos y Crivelli apunta dardos desde la conserjería del Hotel César Carman. Y el Bati y Sacri se paran para la foto de Día a Día, se ríen y se meten en la previa, que se siente calentita y en la que ya se desparraman las brasas debajo de la parrilla…
–¿Vuelve “la dupla” de Talleres?
–(Lisandro Sacripanti) Sí, hace bastante que no jugamos juntos, ¿desde cuándo?
–(Adrián Aranda) Por lo menos desde noviembre. Después de un año juntos, nos separamos…
–¿Y como fue esa separación?
–(LS) Ja, ja, nos separamos, son cosas del fútbol. Cosas que pasan, pero jugamos ese semestre juntos y se hacía que las cosas fueran más fáciles. Nos mirábamos y ya sabíamos qué hacer.
–Personalmente, ustedes no se conocían de antes…
–(AA) No, cuando llegamos nos conocimos en el hotel. Yo llegué con (Maximiliano) Blanco y de ahí nos conocimos, pegamos muy buena onda y nos llevamos muy bien.
–(LS) Sí, dentro y fuera de la cancha. Eso hace que nos llevemos bien adentro del campo. Pero con Claudio (Riaño) y Solfe (Solferino) nos llevamos bien, sólo que veníamos jugando varios meses.
–Siempre llamó la atención cómo se manejaban en la cancha.
–(AA) Tuvimos un buen torneo y nos conocemos demasiado los movimientos y las características.
–(LS) Pero es bueno que haya otros jugadores, competencia leal entre todos y ahora nos tocó jugar juntos otra vez, que hacía mucho que no lo hacíamos. Es un partido para demostrar que podemos.
–Y hasta los pusieron en la misma habitación, ¿cómo hacés Bati para aguantarlo a Lisandro?
–(AA) Ja, ja, nos llevamos bien, él se levanta primero que yo. Baja él a desayunar y yo me quedo durmiendo hasta las 11 y aparece con las facturas y con las masitas para tomar mates, ja, ja…
–(LS) Diez puntos el Bati. Nos tomamos unos mates, estamos al pedo por ahí y miramos los partidos. Se convive muy bien.
–¿Fue una previa en la que se habló demasiado antes?
–(AA) Nos quedó el dolor y la bronca. Le podríamos haber ganado a Central Norte y era un partido que nos podría haber acercado al ascenso. Después, la visita de los hinchas las tomé bien, fue algo que quedó un poco mal porque se presentaron en medio de un entrenamiento. Se aclararon las cosas y uno entiende la impaciencia de la gente. Saben todos que lo que más queremos es ascender.
–(LS) Sabemos que cuando estás en un club grande las repercusiones son más. Eso no nos tiene que apartar de nuestro objetivo, de la tranquilidad que tenemos con el entrenamiento. La gente se impacienta y tenemos que estar tranquilos sin dejarnos llevar tanto por esa intranquilidad para que no nos lleve a cometer errores. Por ahí en la semana se opacó un poco, por ahí coincido que la forma (de los barras) no fue la mejor.
–¿Brown es el “cuco” de la categoría es el partido definitorio?
–(AA) Es un equipo que rindió muy bien con un entrenador que trabaja demasiado, yo lo he tenido. Tiene una delantera rápida y hay que tomar ciertos recaudos. Creo que el que gane va a sacar un plus para lo que viene.
–(LS) Seguro que es un partido bisagra y son todas finales y es definitorio. Más acá, de local, tenemos que afrontarla así y sabemos que es el triunfo y no hay otra.
–¿Quién de los dos hizo hacer más goles al otro?
–(AA) Por ahí vos, Lisandro… pero hicimos unos cuantos…
–(LS) No sé, es lo mismo. Nos conocemos muy bien y hemos rendido en su momento.
–¿Sería un buen cierre de etapa conseguir el ascenso?
–(AA) Lo hablamos con él. Como jugador, uno lo que más quiere es seguir progresando en lo económico y en lo deportivo. Se hace muy duro jugar el Argentino A, es muy difícil, complicado. Por todo, vamos por la B Nacional, es lo que queremos.
–(LS) Esto es un torneo duro, con muchas complicaciones. Sabemos que estamos en el club más grande de la categoría y si estuviéramos en el Nacional B estarías hablando del más grande de la B. Entonces se hace muy duro porque todos le quieren ganar a Talleres. Lo que más queremos todos como la gente y la dirigencia es salir de esta categoría.
Suman una historia de amistad. Casi ni se conocían. Era el verano del 2010. Y aunque no fue un regalo de reyes en ese enero calentito, la llegada de las caras nuevas en la T sumaban novedades. El seis de enero llegó a Córdoba y apenas arribado lo presentaron en la Agencia Córdoba Deportes. Allí mismo donde se presentaba un triangular de verano. Lisandro Sacripanti se transformaba en nuevo refuerzo y ya posaba con el Bati como lo que serían luego una dupla letal.
“Nos conocimos allí, no nos conocíamos de antes, ni habíamos jugado juntos”, rememora Aranda que había sumado su presencia al plantel junto al defensor Maximiliano Blanco, quien ya dejó la institución. Fue el Talleres de Andrés Rebottaro, que estuvo cerca pero que al final se lo comió la realidad de un campeonato al que muchos no habían podido acomodarse.
Mucho más en la etapa definitoria y cuando la clasificación al Pentagonal no le dio más chances luego. “Es muy duro este campeonato. Lo que más queremos es dejar esta categoría”, completó Sacripanti y agregó: “Estamos con ganas y con el objetivo puesto en el ascenso, es lo que queremos todos”.
Sacripanti-Aranda se metieron en la piel del hincha como tándem ofensivo muy interesante. Al mismo se sumó Damián Solferino quien tenía goles frescos desde el banco de suplentes.
Luego de ello, el año pasado, cuando terminaba el mes de octubre fue Claudio Riaño el que le sacó la titularidad a Aranda. “Claudio es un muy buen delantero y alternó muy bien, igual que Damián (Solferino)”, reconoce el propio Sacripanti.
Pero esta vez se ven nuevamente con las posibilidades intactas en un partido que saben será muy chivo. Barrio Jardín los necesita y mucho más el equipo, porque se sabe, ambos son letales y ellos también saben que sí.