Siesta santiagueña. Perdía 0-2 a los 24 minutos y empató 2-2. Quedó a un triunfo de clasificar.

A veces una prohibición significa reto, desafío y riesgo. Así en el fútbol como en la vida. Dice César Luis Menotti que ante la adversidad quedan dos caminos: salir a pelear o encerrarse en un baño a llorar lo que no fue.

Ayer en Santiago del Estero, Talleres había salido a jugarle mano a mano a Central Córdoba y a los 24 minutos ya perdía 0-2 y se había quedado sin su referencia futbolística, Miguel Monay, después de los primeros arribos serios del Ferroviario.

El calor asesino de 42 grados (con una sensación térmica que orilló los 50) y los 10 mil hinchas santiagueños terminaban de nublar la ideas. La disyuntiva de la que habla Menotti se había presentado. ¿Qué hacer? ¿Quedarse a dormir una siesta eterna en Santiago del Estero o salir a pelear?

Talleres y el DT Roberto Saporiti (discípulo del seleccionador campeón mundial del ’78) eligieron mantener jugar y seguir tomando riesgos. Y Talleres, esta vez, llegó al 2-2 y hasta tuvo la chance de ganar el juego, un objetivo que pudo lograr si hubiera estado más fino.

Este resultado dejó al cuadro albiazul dependiente de un triunfo para poder clasificar a la siguiente ronda del Torneo Apertura del Argentino A. Su próximo escollo, y último en la Fase Campeonato, será Juventud Antoniana de Salta, el próximo domingo a las 18 y con un Chateau seguramente desbordante.

En una instancia crucial, el equipo eligió jugar, aunque sus aptitudes no hayan experimentado el desarrollo para hacerlo protagonista en todos los terrenos. Ayer le alcanzó. Y Talleres remontó un 0-2 aceptando un reto que iba más allá de sus posibilidades futbolísticas.

Amor infiltrado. La del equipo albiazul no fue la única historia de desafíos que se vivió ayer en el estadio de Central Córdoba. Varios hinchas de Talleres rodaron la historia del amor infiltrado. Se animaron a desandar los 430 kilómetros que hay hasta Santiago, para ubicarse disimuladamente en la cancha del barrio Este.

Estaban "el Pichi" Atensio, que se vino en su auto, Ariel (que directamente se hizo acreditar como periodista y se animó a posar para el fotógrafo de Mundo D), "Otto" y varios más que decidieron acompañar a Talleres. Pese a la prohibición que el propio club albiazul promovió, para evitar nuevos incidentes, como los que ocurrieron en Mendoza y San Luis, que le hicieran perder puntos al equipo.

Tuvieron que aguantar las ganas de responder las cargadas rivales ("Trajeron el equipo, ¿la hinchada dónde está?", gritaba la barra local). Y debieron callar cuando Moreyra y Anívole anotaron los goles de la "T".

La postal seguramente se repetirá, sobre todo después de la nueva recomendación de Saporiti. "Estamos luchando contra un montón de cosas. Por unos pocos pagan todos. Pero hasta que no se encuentren los culpables de los incidentes, Talleres no puede volver a jugar de visitante, con sus hinchas", dijo el DT. ¿Será así?