Matías Giordano goza en Talleres de su mejor momento. La gente lo ovacionó de pie ante Alumni. “Nunca me sentí tan querido”, contó el arquero albiazul. “Se me pone la piel de gallina cuando recuerdo ese momento”, agregó.

La vida le sonríe a Matías Giordano. Llegó a Talleres en el peor momento institucional y deportivo de la historia, para cubrir uno de los arcos “más grandes” de la categoría, con toda la presión que conlleva. De a poco, el arquero surgido de Comunicaciones fue tomando confianza y hoy es un pilar fundamental de la campaña albiazul, que ya palpita la clasificación a la fase siguiente del Argentino A. “No debemos confiarnos. Superamos un partido increíble, y ahora nos toca otro peor. Nuestra meta es ganar fuera de casa. Somos más regulares que otra veces de visitante, pero el triunfo todavía no llegó. En Santiago (contra Central Córdoba) ponemos en juego nuestro pase”, afirmó Giordano a LA MAÑANA. Además contó varias situaciones de su vida, a los 30 años.

-¿Imaginabas este presente?
-Uno trabaja todos los días para perfeccionarse y rendir de la mejor manera. Muchos compañeros se me acercaron y me dijeron: “Te lo merecés”, y eso es gratificante.

-¿Qué sentiste cuando el público te despidió con esa ovación el domingo?
-Fue una de las sensaciones más hermosas que me dio el fútbol. Nunca me sentí tan querido. No me canso de decirlo, lo de la hinchada de Talleres es impresionante, de otro mundo. Nunca me pasó esto, y menos con tanta cantidad de gente.

- Y corearon tu nombre...
-Se me pone la piel de gallina cuando recuerdo ese momento. No le podemos fallar a toda esa gente. A ellos le dedicamos este momento, y ojalá, Dios quiera, le regalemos el campeonato. Es un jugador más para nosotros con su aliento.

-Habías dicho que la gente te ayudó a atajar el penal...
-Con ese respaldo, instantes antes de patearlo, a cualquiera se le complica, se le achica el arco. Lo único que hice fue esperar hasta último momento el remate, me tiré a la izquierda pero dejé la pierna en el medio. Fue un alivio tremendo. Y no imaginé después tanto reconocimiento. Antes de que lo pateara, me acerqué y le dije a (Nahuel) Caler: “Ojo que en el otro partido lo erraron”, y otras chicanas. Afortunadamente, la pude atajar.

-¿También te preocupan los arbitrajes?
-Sí, por supuesto. A la falta no la vio nadie, y con los compañeros en el vestuario nos preguntábamos qué había cobrado. (Guillermo) Cosaro me dijo que no lo tocó. Por más que hayamos ganado, lo de los árbitros ya dejó de ser broma, cuando clasifiquemos se nos va a hacer más difícil. Hay fallos que son lamentables.

Conexión a primera vista. El DT de Talleres, Roberto Saporiti, pidió un arquero de experiencia para afrontar el Argentino A, pero desde Ateliers argumentaban que con los que había en el plantel era suficiente. Tanto insistió el “Sapo” que al final la empresa que gerenciaba al club le dio el gusto. Hablaron, infructuosamente, con José Ramírez (acordó en Godoy Cruz) y hasta “sonó” Mario Cuenca. Pero cuando surgió el nombre de Matías Giordano, pocos lo tenían en los registros. “Necesitamos un hombre de experiencia para el puesto de arquero, es algo fundamental para una categoría tan dura como el Argentino”, graficó Saporiti.

Giordano atajó ante la “T” vistiendo la camiseta de Quilmes, justo el día que el elenco albiazul descendió. Y vivió una curiosa situación: “Talleres fue por el milagro, y ver a los jugadores llorando, me tocó. Al salir de la cancha, una hora después, se me pinchó una goma del auto. Cuando cambiaba la rueda, vi pasar dos colectivos con hinchas de Talleres, cantando “Vamos a volver”, y me conmovió. Mi representante insistía que vaya a la CAI, pero no me arrepiento de haber venido a Talleres”, contó Giordano.

El arquero, figura de Talleres en la victoria ante Alumni, disfrutó ayer la visita de su hermana, además de su mujer Alina y su hija Malena (3 años). “Mi nena ya es hincha de Talleres, canta las canciones de la cancha en casa. Y ojo que en breve vamos a buscar al hermanito arquero”, bromeó Giordano. Después de muchos años de sacrificio, la vida le sonríe a Giordano, y es feliz en Córdoba. Y sueña, como todo el pueblo albiazul, con volver a la B Nacional.