Dos triunfos seguidos y adentro. Hacía casi un año que Talleres no clavaba dos victorias consecutivas. La última vez fue el 6 de marzo del año pasado, frente al mismo rival y por 3 a 2. En ese partido, Álvarez y Riaño también habían marcado.

Hace casi un año atrás, un 6 de marzo del año pasado, y después de ganarle a Desamparados en la Boutique 1 a 0 cuatro días antes, Talleres le ganaba 3 a 2 a Alumni en el mismo escenario y cerraba una seguidilla de dos triunfos consecutivos, que no volvió a disfrutar hasta recién anoche, en otra cancha, el Estadio Mario Kempes.

Las casualidades-causalidades del fútbol quisieron que la ruptura de la racha se diera frente al mismo rival. Y que dos de los goles de aquel partido los hicieran Fabio Álvarez y Claudio Riaño, quienes ayer le dieron la victoria al equipo ahora dirigido por Arnaldo Sialle.

Y como para corroborar que hubo un hilo conductor invisible entre ese cotejo y éste, fue Nery Leyes, el autor del primer gol del encuentro del año pasado, el que con una exquisita habilitación le sirvió anoche el gol de la victoria a Riaño.

Demasiadas coincidencias para un solo partido, que como el de entonces fue marcado por el sufrimiento, una especie de tatuaje indeleble que Talleres lleva sobre su epidermis.

Pero, además, Talleres rompió una racha de tres partidos sin triunfar en el Kempes durante este torneo, que ya había llevado a algunos creyentes en las supercherías a pensar que era hora de citar a algún brujo que “liberara” de supuestos influjos maléficos a esa cancha.

Fue una victoria, que, como efecto adicional, cortó con el déficit que el Albiazul tiene en el ex Estadio Córdoba, donde de nueve partidos que disputó, sólo había podido ganar dos (en la tercera fecha, a Sportivo Belgrano, 3 a 1, y en la décima contra Racing, 3 a 2). Y que, señalado sea de paso, terminó con una sucesión de empates –igualó cinco de esos cotejos– que le significaron una sangría de puntos significativa.

Bien aspectado. Siguiendo con la jerga esotérica, bien podría afirmarse que ahora Talleres “parece bien aspectado” y que la suerte le va cambiando de carril. Es como si los astros se hubieran alineado para darle una mano, después de tanto golpe recibido.

Sólo así puede entenderse que jugando tan mal como lo hizo en el primer tiempo, y con un jugador menos desde la expulsión de Trulls en el arranque del segundo, haya sacado con bien el partido. En otro momento, seguramente se hubiera cargado una derrota en la mochila, como le sucedió tantas veces.

Se abrió una puerta. Hoy, cuando el hincha albiazul vea la tabla de la Zona 1, verá a su equipo clasificando a la Segunda Fase, algo inesperado dos fechas atrás, tras la lacerante goleada que le infringió Gimnasia y Tiro. Pero bien valdría la pena que tuviera cautela y no se monte en una euforia desmedida. Anoche volvió a incurrir en los mismos errores defensivos que venía cometiendo antes, sólo que Alumni le facturó caro uno.

Su virtud fue recuperar vergüenza deportiva y reacción en la adversidad. No es poco para un equipo que venía tan vapuleado y al que ayer se le abrió una puerta a la clasificación. ¿Se habrá despertado el gigante, como indicó un par de días antes del partido “el Zurdo” López? Después del clásico del miércoles frente a Racing, se tendrá una mayor certeza.