El nuevo ciclo en Talleres merece el análisis en la columna Desde Adentro.

Jugaba muy bien al fútbol, Ángel Guillermo Hoyos. El zurdo nacido en Villa María estuvo en una época en la que en Talleres evaluaban a sus jugadores según la cantidad de gambetas que regalaban por partido. De mitad de cancha hacia adelante, esa exigencia era inalterable. Y él superaba ese requisito con holgura. Sólo que tuvo la mala suerte de tener como contemporáneo a José Daniel Valencia. Por eso no se quedó más en barrio Jardín. Por eso no fue más querido por la hinchada.

Como los amores inconclusos, Hoyos-jugador se quedó con las ganas de decir todo lo que tenía que decir en los años 80. Quizá por eso volvió como entrenador con las alas abiertas a barrio Jardín a mediados de la década pasada. Tal vez por eso, aunque en principio no estaba dentro del lote de grandes candidatos al puesto, Andrés Fassi lo tuvo en cuenta nuevamente para dirigir un proceso que se vislumbra mucho más exigente y ambicioso.

Hoyos, como Frank Kudelka, Juan Pablo Vojvoda y Alexander Medina, sabe que el presidente de Talleres, más allá de aceptar obvios pedidos y sugerencias, es quien tiene la palabra final al transferir o adquirir un jugador. En ese sentido, el poder del director técnico es limitado. A ningún entrenador le gusta que le digiten un plantel, o que le vendan a un jugador considerado pilar en el grupo. Al respecto, el silencio de Medina hizo mucho ruido cuando en agosto pasado Federico Navarro partió a jugar a Estados Unidos. A propósito: ¿Se imaginan lo que hubiera dicho Marcelo Gallardo si Rodolfo D’Onofrio le hubiera vendido a Enzo Pérez en el comienzo de un campeonato?

En ese sentido, y ante cualquier crítica o refutación Fassi tiene datos para mostrar. Una buena parte de la incorporación de futbolistas consolidados y de jugadores-apuestas han adquirido una dimensión importante en el equipo, y su desarrollo profesional los ha convertido en hombres transferibles. Ese rubro tiene una mayor cantidad de aprobados en la libreta de calificaciones del mandatario, que se ampara también en la estabilidad económica e institucional para generar esos negocios. El sostenimiento, sin deudas, de una estructura de más de 400 empleados y la creación del Centro de Alto Rendimiento Deportivo Amadeo Nuccetelli son datos irrefutables que respaldan la gestión del exLasallano.

Tal como lo indica el calendario albiazul, colmado de compromisos locales e internacionales, las decisiones tendrán mucho más valor. Y a poco menos de un mes del inicio de la Liga Profesional todo está por hacerse. Llegarán muchos refuerzos, dijeron ambos en conferencia de prensa, no necesariamente de primer orden y un par de jugadores acompañarán la salida de Nahuel Tenaglia, un polifuncional que fue uno de los más valiosos integrantes del plantel en 2021. A diferencia de tiempos recientes, el mayor agobio económico por la pandemia parece haber pasado y por eso el club no se verá obligado a vender sin los mejores réditos en dinero.

Esta última circunstancia se trasluce en la espera de una mejor oferta por Diego Valoyes por parte de Al-Alhi de Arabia Saudita. La decisión luce correcta. Valoyes ha sido la temporada anterior lo que Julián Álvarez a River Plate. Y en esa puntería de Fassi y sus asesores, que tiene que ser casi perfecta y con un afinado olfato para intuir buenas ventas y oler botines atrevidos, estará en juego parte del futuro inmediato del equipo.

Ahora el tiempo es otro. Empieza el ciclo de Hoyos, que como todo inicio presenta numerosos interrogantes luego de la excelente campaña liderada por “el Cacique” Medina. A la vera de la avenida Ricchieri sólo desean que el protagonismo se mantenga, que el compromiso no se negocie y que alguna nueva e importante alegría haga aún más ancha las sonrisas de su presidente, de su nuevo entrenador y por supuesto, de sus hinchas.