Las lágrimas de los futbolistas cuando la derrota se consumó dejaron claro que nadie más que ellos quería este título. Querían hacer historia con la camiseta de Talleres.

Qué difícil explicarle al hincha de Talleres que no pudo ser, pero que debe estar orgulloso, con el pecho inflado por todo lo que hizo este equipo y por el crecimiento increíble que ha tenido la institución de la mano de Andrés Fassi como presidente en los últimos años.

Es difícil, sí, porque suena a un consuelo que no es merecido este de estar masticando una derrota que duele mucho. Porque cuando un plantel llega tan lejos y despierta tantas ilusiones, es natural que no poder darle el cierre perfecto a la historia haga daño. Esos malditos penales le quitaron un título histórico que estuvo a centímetros. Y se lo otorgaron a un Boca pobre, que no hizo demasiado. Pero terminó celebrando la final de la Copa Argentina, para apagar un poco su fuego interno.

Talleres: nada será suficiente

Talleres vive un presente soñado e impensado hace apenas ocho años, cuando navegaba en el Federal A. En este 2021 volvió a jugar una final de un torneo de AFA luego de 43 años.

Y el dato es innegable. Habla de un gran momento deportivo y estructural de la institución que conduce Fassi, que acaba de inaugurar un flamante centro de alto rendimiento, que entregó un balance con superávit de 524 millones y que no para de crecer, de profesionalizarse.

Pero, claro, el fútbol se hace de triunfos, de campeonatos, de alegrías. Eso también logra poner en evidencia el resto, lo que se hace de la cancha para afuera. Y el escenario pintaba ideal: Talleres se encontraba en la final de la novena edición de la Copa Argentina ante el poderoso Boca, que venía a los tumbos, en el estadio Único Madre de Ciudades de Santiago del Estero. Pero Boca siempre será Boca. Por más que sea una polémica constante y no logre encontrar el rumbo. Su historia pesa, más en una definición mano a mano.

En la cancha, el equipo de Alexander Medina mostró una solidez y una unidad como grupo que invitaba a pensar que se podía. Que la hazaña de darle a Córdoba un título que no tiene en sus vitrinas era posible. Este Matador, el del “Cacique”, se les plantó a todos los rivales que se encontró en la Liga Profesional y le peleó el campeonato al súper-River de Gallardo, que ganó el certamen con antelación por su jerarquía individual y fortaleza colectiva. Es más, aún hoy está en la segunda colocación, con la clasificación a la Copa Libertadores 2022 en el bolsillo. Sí, un montón.

Pero igual, duele…

En la cancha, en los 90 minutos en Santiago, Talleres fue Talleres y peleó con sus armas, como siempre. No se vio nunca superado. Jugó una final dejando la piel.

Con un grupo de futbolistas que encontraron en el Matador la oportunidad de relanzar sus carreras y hoy se han revalorizado, como “el Perro” Auzqui, Diego Valoyes, Juan Cruz Komar y tantos más.

Medina consiguió que estos jugadores se comprometieran con el proyecto y con la camiseta. Y por algo llegaron a esta final de Copa Argentina, un hecho inédito para el fútbol cordobés. El Matador puso en cancha sus mejores nombres y no hubo excusas, cayó luchando hasta el final. Por el azar de los penales.

Las lágrimas de los futbolistas cuando la derrota se consumó dejaron claro que nadie más que ellos quería este título. Querían hacer historia con la camiseta de Talleres.

Pasará la bronca, la tristeza, y empezará otra vez a ganar escena el sentimiento de orgullo.

Los balances se harán una vez que concluya la última fecha del certamen de Primera, el domingo contra Independiente de Avellaneda, en el estadio Mario Alberto Kempes.

Esa noche deberá ser una fiesta, porque el Matador debe celebrar este momento. Sin dudas debe hacerlo.

Con estas bases sólidas, con esta estructura que no para de crecer y genera envidia en todo el fútbol argentino, Talleres volverá a estar en una noche decisiva más temprano que tarde.

Y llegará ese momento cumbre, en el que le toque festejar y no ver de cerca los festejos ajenos.

Es sólo cuestión de esperar, porque ese instante llegará.