La ausencia de un creador y de un goleador podrían haber hecho que el DT le cambiara el perfil ofensivo a su equipo. Ahora se quedó sin Hincapié, siguen sin llegar los refuerzos de jerarquía y se debilitó la competencia interna, pero redobló la apuesta de inventar soluciones.

El Talleres modelo 2020-2021, como nunca, le planteaba a su entrenador Alexander Medina un antes y un después para su idea de continuar con la puesta en escena de un equipo de ataque. La venta de Franco Fragapane (Minnesota lo compró), la indisposición de Guilherme Parede (rotura de ligamentos cruzados) y la segura salida de Piero Hincapié a Europa significaban nuevos condicionamientos para su Talleres. Como ya se se había visto comprometido con las salidas de Tomás Pochettino, más allá, de Nahuel Bustos, y los refuerzos de jerarquía que no llegaron.

Sin embargo, no se trataba sólo de la ausencia de los nombres sino de algunos movimientos que le daban la marca a su Talleres. Adentro y afuera de la cancha. La salida de un nombre sin un reemplazo de la misma característica lo acercó al cambio de táctica, a pensar en el rival más que en las posibilidades propias y en alternar los planes. Entre jugar a lo que se puede y a lo que se quiere, Medina intenta lo de siempre. Es fiel a su convicción, aún cuando ha perdido más de lo que ha ganado.

Hincapié, lo más fresquito. Hincapié tiene un valor individual y uno colectivo. No tenerlo implica que Talleres se quede sin un jugador apto para defender en espacios amplios, un ganador en pelotas detenidas ni contar con una salida limpia desde el ataque. Eso implica que, por caso, Talleres asuma riesgos en la salida: desde dividir la pelota con una salida larga, lo que ya afecta el juego del equipo, o perderla unos metros antes como le ocurrió a Juan Komar o a Francis Mac Allister ante Central Córdoba de Santiago del Estero o a Federico Navarro ante Boca. El ingreso de Nahuel Tenaglia implicó un ensayo que salió bien desde la marca, pero representó otra limitación de juego más: Talleres perdió otra opción de salida, proyección y apoyo para Diego Valoyes, ahora expuesto a un recorrido mayor. Malatini como Nahuel marca bien, pero es un central puesto a marcar contra la banda y que no tiene aún los conceptos del ex Atlanta.

El creador. La salida de Tomás Pochettino implicó que Talleres perdiera un pase, pausa y pelota parada. Fue su conductor. Medina tuvo que cambiar de estrategia: Joel Soñora no estuvo a la altura y debió reemplazarlo alternativamente con Carlos Auzqui y Franco Fragapane. Se hizo un equipo que debía llegar en tres o cuatro toques al área rival. Ser un equipo de posesión, era una variante que debería tener otros tiempos para ser ensayada.

El goleador. El pase a la red fue el primero que empezó a faltarle desde la ausencia de Nahuel Bustos, principalmente. Medina alternó con Favio Cabral, Mateo Retegui, Carlos Auzqui, Guilherme Parede, Diego Valoyes y Michael Santos. Sin ser un especialista, el uruguayo ha sido el que más resultados le dio y hoy es el titular. Sin embargo, ese pase a la red, le siguen faltando al Talleres de Medina, ya que sigue siendo un equipo que genera más de lo que concreto como le pudo pasar ante Boca. En cuatro de las situaciones que creó faltó en la puntada final. Fue uno de los factores por los que se quedó en cuartos de final de la Copa de la Liga Profesional ante Colón (debió ganar el partido y perdió por penales) y en fase de grupos de la Sudamericana.

Ireemplazables y dosificación de esfuerzos. Herrera, Pérez, Navarro, Valoyes, Auzqui, Martino y Santos, por caso, son titulares que no tienen reemplazo y eso hará que los esfuerzos físicos tengan que empezar a dosificarse para no tener bajas de lesiones. Talleres jugó la definición del doble frente con una sola sociedad: Fragapane-Auzqui. Valoyes se había esguinzado, Parede (rotura de ligamentos) y Navarro (lesión muscular).

La competencia interna. De ahí sacó las soluciones “el Cacique” y es la que hoy necesita recuperar, al menos en puestos claves. Para que cuando llegue el momento de rotar, como ocurrió ante Central Córdoba de Santiago del Estero, no hay tanta diferencia y por tiempos tan prolongados. Juan Komar, Francis Mac Alister, Matías Sosa, Diego García y Mateo Retegui demostraron que no estaban al nivel de Malatini, Méndez, Martino, Valoyes y Santos, respectivamente. A esa ausencia, hay que agregar la de Marcos Díaz, quien rotaba con Herrera. Sin un arquero de ese peso, Guido lo sintió ya que siempre fue exigido desde que llegó a Talleres. Primero por Mauricio Caranta; luego por Díaz y Blázquez; hoy su rival es Laureano Martínez, quien recién acaba de hacer su primera pretemporada y que cuando vuelva Blázquez de los Juegos Olímpicos, será relegado.

El primer plantel del “Cacique” tenía dos alternativas de peso por puesto, salvo en el caso de Enzo Díaz (al estar lesionado el pibe Fernando Bersano se improvisó con Nahuel Tenaglia). ¿Cómo eran ese “11″ y sus relevos? Herrera (Caranta); Tenaglia (Godoy), Medina (Komar), Pérez (Gandolfi) y Díaz (Tenaglia); Cubas (Navarro) y Pochettino (Mauri); Valoyes (Menéndez), Fragapane (Payero) y Parede (Menéndez); Bustos (Moreno).

Quiere ganar el desafío. Entre bajar el perfil de su Talleres y mantenerlo, Medina ha elegido meterse en su trabajo y crear o reinventar. “Hay que coronar con un título”, fue la frase que siempre dijo a los jugadores y al público. Insiste en ser un equipo de ataque, más allá del recurso humano disponible, el rival, la cancha y la circunstancia del torneo.

Lo mejor. Talleres apuesta a llevarse por delante al rival desde el primer minuto y le genera suficientes situaciones para ponerse en ventaja y tomarse una pausa para administrarla. La falta de puntería y sus errores defensivos fueron poderosos condicionamientos para un plan que no va a cambiar. Auzqui y Santos, en creación y definición; Valoyes y Martino en potencia y sorpresa, son el cuarteto que debe hacer todo a la misma velocidad para poder llegar bien. La presión alta alta debe ser correspondiente para que el área le quede cerca para que Talleres aproveche disimule la falta de un pase filtrado. Cuando debe reponer, ha sido Enzo Díaz y deben serlo Pérez y Herrera, ese primer pase que inicie aquella salida que hacía Hincapié.

El reclamo por los que faltan y qué soluciones ofrecen Fértoli y Torres. “Andrés Fassi está manejando la situación de las incorporaciones. Nosotros dimos nuestro punto de vista, necesitamos más jugadores, se lo hice saber. Perdimos ocho jugadores en este mercado y vinieron solamente tres. Pudo debutar solamente uno. El que define y baja el martillo es el presidente. Nosotros podemos darle nuestro punto de vista y plantearle la necesidad del plantel, pero nosotros no somos los que incorporamos”, dijo Medina en conferencia.

Ya debutó Fértoli, quien puede ser alternativa a Valoyes o a Martino. Eso le permitiría a Medina contar con un Diego García que permita una alternativa creativa más al centro que contra una banda. Torres es un pibe que llegó de Banfield y por ahora va a al banco. No hay demasiada info sobre si puede llegar a ser como Hincapié. La directiva espera cerrar al defensor de América de Cali, Pablo Ortiz, y al delantero de Atlético de Rafaela, Juan Cruz Esquivel. En el caso del jugador de San Martín de San Juan, Matías Giménez, tendría un tiempo más. Es el cupo que se abrirá cuando se venda el ecuatoriano.

Lo cierto es que Medina le dio la bienvenida otra vez al reto de mantener a un Talleres con el que se identifiquen los jugadores, la directiva, la gente y él mismo. Tenga o no los recursos. Es su forma de ser.