El equipo dirigido por Alex Medina generó situaciones suficientes para merecer más que el 0-0 ante un Xeneize muy amarrete.

El 0-0 fue demasiado duro para el Talleres de Alexander Medina y sus aspiraciones de protagonismo en el torneo de la Liga Profesional siendo un equipo que no dispone de la plenitud de los recurso para hacerlo.

Asumió el partido con las armas de siempre e impuso condiciones durante largo rato del partido contra un rival que vive y vivirá agobiado por lo que haga en la Copa Libertadores hasta que no la gane y, si es posible, en la misma circunstancia que lo hizo River en aquella edición de 2018.

En la media hora inicial y en la final, Talleres convirtió en figura a Agustín Rossi y sorteó las empalizadas xeneizes con un repertorio del que participaron inicialmente Carlos Auzqui, Michael Santos, Ángelo Martino y Enzo Díaz en primera instancia, y al que, luego, se sumaron Diego García y Héctor Fértoli más Diego Valoyes. Salvo Fértoli, todos dispusieron de una chance, al menos, para adelantar a Talleres en el marcador.

“Enzito” fue la figura porque clausuró su lateral (Cristian Pavón se fue contra Herrera una vez que quedó mano a mano con Juan Méndez) y fue un recurso ofensivo para potenciar la llegada de Talleres por su banda. Hizo tandem con Martino, luego con Fértoli y hasta con Santos. Es más, llegó a exigir a Rossi luego de que “Pelo” le devolviera una gran pared. La pausa albiazul se la tomó porque el Boca de Miguel Russo decidió salir un poco y para barajar y dar de nuevo en la historia de tratar de ser mejor que el rival para ganar.

Ante pérdidas considerables en su circuito de juego, Medina debe doblar la apuesta porque elige no resignar el perfil agresivo. Pero eso el DT ha debido modificar la estrategia y ante Boca no fue la excepción. Quizás prefiera de que la forma es única, antes de que empiece a especular con su Talleres.

Sabe que le falta un tiempista para marcar y alguien que salga jugando en el fondo y que para suplantarlo apeló a un ensayo. No está Hincapié y Tenaglia va a la zaga, pero su salida del lateral hace que la “T” pierda proyección, sorpresa y distracción por esa banda. Más adelante, no hay un creador definido (ya desde que se fue Fragapane) y un goleador. La falta de esos especialistas pesa, pero surgió la sociedad Auzqui-Santos.

Es el punto de partida para que se sumen y lleguen Valoyes, Martino, Díaz y los que quieran sintonizar. ¿Lo mejor? Que Talleres puede llegar en tres toques al área. No fue tanto como en los partidos con Arsenal ni contra Newell’s, pero alcanzó para convertir a Rossi en figura. ¿Lo malo? Que el rival sabe de eso y muchas veces apela a empalizadas como la xeneize y si el juez es permisivo, ni hablar. Después siguen los riesgos propios y la falta de efectividad. Aceitar la salida por abajo es un desafío que ya le ha costado goles a Talleres. Lo de ayer fue una casualidad. En cuanto a la falta de gol, se quedó sin marcar por primera vez en el torneo.

El cero con Boca fue duro, pero es propio de un reto en el que debe limitar defectos y maximizar recursos.