La “T” padeció ayer contra Central del mismo déficit que tuvo contra Vélez en la primera fecha en el Kempes.

Como pasó en el debut hace una semana contra Vélez, en la tarde soleada de ayer en Rosario Talleres suplió la falta de juego asociado con un compromiso solidario para defender. Además de achicar espacios, tratar de salir jugando con la pelota al piso y presionar la salida del rival.

Todo eso volvió a hacerlo bien la “T”, pero lució como un equipo “livianito”, escaso de ideas, sin explosividad y con falta de profundidad ofensiva.

Todas esas virtudes fueron puestas en la decisión estratégica de jugar para el contragolpe, una herramienta que este equipo está explotando bien pero ayer no pudo plasmarse en gol.

Menéndez fue el receptor de las contra en el primer tiempo y las terminó bien, pero no tuvo en Dayro Moreno el ejecutor aplicado de frente al arco rival.

Hubo una jugada en la que esta circunstancia quedó plasmada. Fue a los 9 minutos del segundo tiempo. Se escapó “Jony” por la derecha, metió el centro al corazón del área, el colombiano no pudo pararla bien y permitió que “el Colo” Gil se la pellizcara. Era un penal en movimiento, una jugada que Dayro no suele desaprovechar. Y no pudo.

Pero así como le faltó capacidad para asociarse, en el primer tiempo la “T” tampoco pasó zozobras. Defendió bien, presionó y no le dejó margen a Rius y a Zabala para desequilibrar por las bandas.

Por eso la pelota pasó tanto por Gil, quien parecía jugarse un partido aparte contra su exequipo. Jugó como un segundo “5” adelantado, dejando a otro volante central más atrasado, Fabián Rinaudo. Eso le dio libertad para pedirla, mostrarse y encarar hacia adelante. Casi como un enganche, pero sin serlo.

Bajo presión

Con el libreto calcado del partido frente a Vélez, a Talleres le bastó para irse al descanso con el marcador virgen. Pero claro, en el complemento Rosario Central salió a presionarlo.

Se encendió Zabala, Britez se animó a proyectarse más y Lovera a acercarse más al área de Herrera, ante la intrascendencia y las imprecisiones que mostraba Claudio Riaño.

De a poco, el guión de una semana atrás en el Kempes ya no le alcanzó. Con el pecho, Central lo prepeó y así llegó a los 31 minutos el gol de Zabala. El recién ingresado Ribas le bajó un centro en el área a Zabala, quien esta vez no perdonó y se resarció del primer tiempo olvidable que había exhibido.

El ingreso de Mauro Valiente tampoco sirvió demasiado. Hizo una parte de los deberes bien y otra no. Pero la que no cumplió pesó más y se volvió de Rosario con las manos vacías.