Analizamos los movimientos que el DT Juan Pablo Vojvoda ordenó en el equipo que empató 1-1 con Independiente.

Talleres juega a ganar en todos lados, adentro y afuera. Pero es una obviedad como definición. Nadie juega para otra cosa en el fútbol. Después están los métodos, los sistemas, la actitud, los procedimientos. Y es ahí donde empiezan las discusiones.

Se puede ganar despreciando los riesgos, por prepotencia individual o por superioridad táctica. Y también tomando precauciones, apostando a la racionalidad y al equilibrio. Los dos caminos valen.

En su segundo semestre al frente de la “T”, Juan Pablo Vojvoda decidió ir por la avenida del medio. Sin renunciar nunca al manejo de la pelota ni a la ocupación inteligente de los espacios, innovó en el amistoso en Salta ante San Martín de Tucumán, en el clásico frente a Belgrano y en el primer tiempo del domingo contra Independiente.

Armó línea de tres en el fondo, adelantó a los laterales hasta la mitad de la cancha, engordó la media cancha con cinco volantes (Pablo Guiñazú, el más retrasado; Juan Ramírez, el más adelantado) y arriba puso por la derecha a Sebastián Palacios y por el centro, pero no tan de punta, bajando algunos metros a buscar la pelota, a Dayro Moreno.

El ensayo resultó en los dos amistosos de pretemporada. Sobre todo ante Belgrano, el trío defensivo que componen Nahuel Tenaglia, Juan Cruz Komar y el peruano Miguel Araujo bastó y sobró para controlar al único delantero “celeste” del primer tiempo , Juan Brunetta, y a los dos que estuvieron en el segundo, el colombiano Mauricio Cuero y Tomas Attis. La presión de los defensores y de Guiñazú casi hasta la mitad de la cancha fue clave en los goles de Dayro.

Otra fue la música en Avellaneda. Porque Independiente, obviamente, asumió un protagonismo que ni por asomo tuvo Belgrano. Y porque Cerutti, Silvio Romero y Martín Benítez estiraron la defensa hacia los costados, le hicieron incómodo el juego a Tenaglia y a Araujo y forzaron a Komar a cruzar de apuro a las espaldas de ambos. La línea de tres no daba abasto y “Leo” Godoy y Fernando Bersano llegaban tarde a ocupar los costados.

Como lo que el lunes dio resultados, el domingo ya no rendía tanto, a Vojvoda no le quedó más remedio que darse un baño de realidad y volver a las fuentes. Aquella línea de tres que debía hacerse de cinco cada vez que los rojos atacaban derivó en una línea tradicional de cuatro con Godoy y Bersano como laterales definidos y Tenaglia y Komar como centrales (al filo de la expulsión, Araujo no salió a jugar el segundo tiempo).

Todo funcionó mucho mejor. Independiente tuvo mucho menos resquicios por donde pasar y, con las espaldas más cubiertas, Talleres pudo desarrollar su fútbol y alcanzar el empate.

Lo que nunca entra en discusión es la convicción de la “T” para tratar de manejar la pelota y jugar de igual a igual los partidos. Contra Belgrano tuvo holgura para administrar tiempos y ritmos, y hasta le sobró paño en la segunda etapa para bajar las cargas con el resultado ya puesto.

Ante Independiente estuvo más trabado y, sobre todo, Juan Ramírez encontró menos espacios para alimentar a Palacios y a Moreno. Le fluyó menos el juego. Pero ni en los peores momentos sintió la tentación de saltear líneas y lanzar pelotazos para forzar una segunda jugada en las proximidades del área roja.

Talleres llega y llegará al gol juntando pases y no por el albur de una jugada aislada. Es cierto que arriba, con el regreso del “Tucu” Palacios y la llegada del colombiano Moreno, ahora hay una jerarquía que antes no abundaba, más bien faltaba, y que el equipo parece más cerca del gol que antes. No deberá fallar el abastecimiento por las puntas a través de las subidas de Godoy y de Bersano y tendrá que ser más sostenido el aporte de Ramírez jugando por delante de Andrés Cubas. ¿Será ese el sitio de Gonzalo Maroni cuando regrese de su aventura en el Sudamericano Sub 20 de Chile? Es posible, pero no probable ni seguro.

A 10 días vista, espera el primer choque con el São Paulo por la fase clasificatoria de la Copa Libertadores. Y Talleres lo asumirá con una identidad clara y reconocible, más allá de dibujos mas o menos diferentes. Podrá jugar mejor o peor. Pero, después de la transición de un primer semestre inexpresivo, en algunas cosas parece ir viéndose la mano del técnico. La cuestión pasa por saber si todo esto alcanzará para llegar a la fase de grupos de la Copa y entrar a algunas de las copas continentales de 2020. Los dos grandes objetivos de un semestre en el que todo está por suceder.