Hablemos del Talleres de Juan Pablo Vojvoda o del Juan Pablo Vojvoda de Talleres. Se están buscando y quieren encontrarse. Están a un acierto de dar el salto o a un mal paso de complicarse. No es una cuestión de urgencia, Talleres no está urgido: sin dramas con el promedio, no tan arriba en las posiciones.

Y, las cosas como son, todo el mundo Talleres gira en el eje de la participación de la Libertadores en 2019, que puede ser en fase previa o en fase de grupo (si se dan algunos resultados).

La cuestión es cómo llegarán Vojvoda y Talleres a ese febrero que hoy luce lejano.

En las redes sociales hay urgencias siempre; a veces, más de las que existen en el mundo real. Están los que le echan la culpa a Vojvoda. Y los que creen que el armado de Talleres no fue el mejor. Ahí sí la responsabilidad (según los comentarios en el Twitter, Instagram y Facebook de Mundo D) en algunos casos apunta al presidente Andrés Fassi.

Hipótesis al margen y mirando todo sin la pasión tribunera, lo que se ve de Talleres, en algún punto, era posible.

La era post-Kudelka iba a obligar a repensar los modos y las maneras porque hay actores distintos (muchas “apuestas” y pocas certezas). Tampoco Talleres podía pasarse una vida siendo “a lo Kudelka”. Y en este punto entra la figura de Vojvoda.

Hablemos del Vojvoda que ven todos, no el que ven unos pocos, esos que comparten con él la intimidad del vestuario, las concentraciones y la privada cotidianidad.

Que Vojvoda no tiene personalidad es mentira. Sacó a Guiñazú cuando le parecía que el equipo no lo necesitaba: claro que después todo terminó mal en Santa Fe y la muestra de personalidad quedó en el recuerdo como desacierto.

Que Vojvoda no tiene apertura a los cambios también es mentira. Bancó al 4-3-3, varió nombres, no se apuró en regresar a Gandolfi y otros etcéteras similares.

De Vojvoda se ve que está dispuesto a hacer lo que tenga que hacer para que Talleres funcione. Lo que pasa es que Talleres no funciona y, se sabe, en el fútbol los resultados se comen cualquier intención. Talleres no está en crisis y, si no se autoinflige ese estado, estará más cerca de llegar aliviado al momento de la verdad entre Vojvoda y Talleres.

¿Es el clásico con Belgrano ese momento?