Con los 90 de anoche, la “T” lleva 640 minutos, entre amistosos y oficiales, sin que sus delanteros conviertan.

¿Quién puede discutir que Talleres debió anoche haberse quedado con los tres puntos contra Rosario Central? Sin dudas nadie que lo haya visto con atención en el Kempes o por la tele. Pero... siempre hay un pero. Y para la “T” otra vez tuvo que ver con la falta de gol de sus delanteros. Un déficit que no es responsabilidad de Juan Pablo Vojvoda y que el equipo arrastró durante casi toda la gestión de tres años y medio su antecesor, Frank Darío Kudelka.

La “T” tuvo la posesión, el control, la iniciativa y las jugadas más claras del partido, pero al no “mojar” fue dejando con vida a un equipo que jugó “a lo Patón” y que en el primer descuido, a los 18 minutos del segundo tiempo, lo ejecutó con una pelota con pelota parada. Córner del “Colo” Gil y cabezazo de Zampedri. Llevar la cuenta de cuántos partidos ganó así, con otros intérpretes, en sus dos ciclos anteriores al frente del Canalla sería ocioso.

Foto: Facundo Luque

“Yo lo quiero ganar, pero después veremos cómo se da el partido”, dijo el DT visitante antes de partido. Pura química Edgardo Bauza. Si es por lo que se vio en el primer tiempo, no se notó que quisiera ganarlo. Lo de siempre de sus equipos: mucho correr sin perder el orden, esperar, tratar de agruparse bien en retroceso, progresar por las bandas con los extremos y soltar los laterales cuando se pueda, especulando con el error del rival que en algún momento llegaría. Como finalmente llegó.

Y eso que a Vojvoda no se le podrá reprochar que intentó buscar cómo romper esa inercia. Cambió el sistema de un 4-3-3 a un 4-4-2, lo sumó a Pochettino al medio, apostó a Juan Ramírez casi como extremo y metió dos “9” para conseguir más profundidad y encontrar la ruta del gol extraviado. Sí, porque Talleres lleva poco más de siete partidos, 640 minutos, entre amistosos y encuentros oficiales, sin que sus delanteros hagan goles. El último fue Santiago Silva, en el 1 a 0 contra Olimpo, en la Superliga pasada.

Hay otro rasgo desfavorable que Talleres trae de arrastre y que volvió a irrumpir anoche, con Vojvoda como DT. Le hacen un gol y se desconfigura, como aquellas viejas computadoras a las que no hay hardware que les restituya el funcionamiento. Después del gol de Zampedri, perdió el rumbo la “T”. Inclusive con Maroni en cancha. Y terminó favoreciendo esa impronta conservadora y utilitaria que los equipos de Bauza trabajan tan bien.

Foto: Facundo Luque

Pese a que la realidad aritmética de cero punto de seis posibles duele como una cuchillada por la espalda, quizá no sea esa la cuestión que deberá ocupar a Vojvoda en lo sucesivo y con el partido contra Gimnasia en la mira. Deberá hurgar más en su plantel, probar más variantes y quizá apelar a algún jugador relegado o de la reserva, para encontrarle la vuelta a la falta de gol y la pasividad de su cuadro cuando está en desventaja.

Son cuestiones de urgente resolución para él. Era previsible que la transición post-Kudelka llevaría su tiempo y que por jugadores que llegaron sobre el filo del torneo como Miguel Araujo, Pochettino y Maroni, y lesiones como las de Gandolfi y Valoyes, no ha podido plantar el equipo que quiere. Éste de ahora, con estos obstáculos, todavía atrasa.