Los futbolistas de la “T” pasaron una tarde en la ex Casa Cuna a pura sonrisa con los niños internados, quienes al menos por un rato se olvidaron de sus padeceres.

Martina mira la puerta de la sala donde está. A veces, por horas. Claro, ella sabe, como muchos, que ese marco es esperanza. Que algún día la va a cruzar por última vez y que volverá al camino de la niñez plena. Sin la enfermedad ni el padecer actual. Pero por ahora, esa puerta es casi todo. Por ahí llegan los médicos, enfermeras, personal de limpieza del hospital Pediátrico, la ex Casa Cuna.

Es la asistencia, pero a la vez “una nueva familia” al compartir el día a día en busca de la tan ansiada mejoría. Por ese marco también llegan familiares y amigos, con el mismo mensaje de una pronta y añorada recuperación. Es cierto que hay una tele, medio lejos. Pero es la puerta la que traerá las noticias de cómo sigue el mundo. Del fútbol, porque ya se viene el Mundial, y del nuestro, por caso.

“¿En serio que Talleres se clasificó a la Copa Libertadores? Qué bueno”, le pregunta Martina a una enfermera, sin saber lo que iba a suceder esa tarde. Ni ella ni ninguno de los niños internados.

De pronto, Juan Ramírez, Leonardo Godoy, Lucas Olaza y el juvenil Franco Malagueño, integrantes del primer equipo albiazul que se clasificó al torneo continental más importante después de 17 años, cruzaron la puerta y la sala explotó de alegría. Sucedió antes de que el plantel se fuera de vacaciones. Esas miradas de tristeza mutaron en sorpresa y felicidad. A Martina se le iluminó el rostro, se le fue la preocupación por esa neumonía que no la dejaba en paz. Estaba feliz, parte de sus ídolos albiazules habían llegado para fortalecer, acompañar y provistos de regalos.

Como unos reyes magos extras, porque el 5 de enero aún queda lejos, los cuatro futbolistas albiazules repartieron stickers coleccionables, vasos y otros distintivos de Talleres que lo niños guardarán por siempre. Como el recuerdo de la increíble visita.

La carita de Lucía (11 años). Estaba haciendo la tarea del colegio, mientras luchaba contra un insoportable dolor de piernas, cuando aparecieron los jugadores de Talleres, entre ellos “el optimista” Ramírez, su ídolo.

No podía hablar de la emoción. “Es al que Lucía más quiere. El club nos invitó para ir a la cancha en el primer partido de local de la Superliga que viene. No fue nunca. Esperemos estar de alta para esa fecha. Será hermoso”, explicaba Jésica, la mamá.

“Lucas, Deborah y Eugenia; médico, traumatóloga y fisioterapeuta, respectivamente, se pondrán muy felices cuando eso pase. Ella tiene una constancia bárbara. No puede ir al colegio, pero hace todos los deberes y trata de hacer todo lo que le pasan de clase”, completó Jésica. ¿Y Ramírez? Como el resto de sus compañeros, experimentó la hermosa sensación de sacarle una sonrisa a un niño. “Los pibes están pasando por un momento complicado. Poder sacarle una sonrisa. Les trajimos algunas cositas para que tengan de recuerdo. Vinimos a alentarlos. A que tengan fuerzas para seguir luchando”, dijo el propio Ramírez.

Miguelito, de 5 años, escuchaba. También es hincha de Talleres y ansiaba ver a los jugadores, en especial al “Bombardero del Prado”. Y Olaza le retribuyó con los obsequios del club. “Venir acá es una satisfacción enorme. Queremos colaborar en lo que se pueda. En Talleres se toman en cuenta todos los aspectos. De ayudar a los que más lo necesitan”, señaló Olaza.

Y ellos también recordaron cuando fueron niños, cómo soñaban con tener cerca a sus ídolos, y más en un momento así. A los jugadores también les cayó la ficha. “Con tan poco se puede hacer tanto”, fue la conclusión que se llevaron, además de hacer felices a los más pequeños en la enfermedad.

Acciones

La visita de los jugadores del plantel albiazul forma parte de una serie de acciones sociales que impulsa el club. “Es el Talleres social y solidario que comprende visitas a distintos hospitales. Vinimos por primera vez al Pediátrico y antes estuvimos en el Infantil y en el de Niños, Es una vez por mes. También hemos ido al Misericordia y al Instituto del Quemado”, contó Miguel Cavatorta, encargado de relaciones institucionales de Talleres, quien acompañó a los jugadores y contó con la venia de la directora del hospital Pediátrico, Silvia Ferreyra.

“Siempre son bienvenidos. Nos hace ver que tienen ese sentido de acción social, que va más allá de lo profesional. Fue un momento especial para los niños, en cada gesto y cada foto. Para ellos y para todo el personal del Pediátrico. Además es una manera de interactuar. Como el concurso que está en pie. Ellos dejaron una camiseta oficial cuyo ganador será el niño que esté o haya sido internado, y que haya hecho la mejor selfie sobre Talleres. Se puede entrar a la página del hospital”, cerró la directiva.

Los jugadores prometieron volver a entregar la remera al ganador. Y se vivirá otro momento emotivo en el que los padeceres se olvidarán al menos por un rato. Van a entrar por la misma puerta, la de la esperanza y la de la alegría.