El 1-0 de la "T" puede explicarse por Silva: forzó la jugada del penal, le dio gravitación a cada ataque y también recuperó. Su valor es el gol y también los que sirve.

Talleres y Santiago Silva demostraron, al menos ayer, que están hechos el uno para el otro. No pasó demasiado tiempo para que quedara demostrado ya que el 1-0 ante Banfield lleva la marca del uruguayo. Es cierto que el autor del gol fue Lucas Olaza, pero la jugada que propició el penal que convirtió fue por obra y gracia del delantero quien peinó la pelota para el ingreso de Joao Rojas, en una acción que fue interceptada por la mano de Claudio Bravo.

Esa acción, que abrió el juego a los 24 minutos de juego, no fue la única que produjo el goleador. Antes y después, cada vez que la tocó, Talleres se ilusionó con la resolución anticipada del juego o hasta con neutralizar algunas aproximaciones que hizo Banfield. Sí, porque Silva sirvió en las dos áreas.

¿Hizo un gol o estuvo cerca? No, salvo en una jugada en la que su cabezazo se fue alto y no desde la mejor posición. En las demás, pivoteó y organizó los ataques de Talleres.

Peinó, como en el penal, para que fuera Leonardo Godoy el que tuviera su chance de anotar, aunque su disparo fue débil. Luego, construyó paredes en velocidad con Joao Rojas y Mauro Ortíz, quienes fueron imperfectos en sus remates finales. También la aguantó para la llegada de los volantes como Fernando Godoy y Juan Ramírez.

En defensa, colaboró en la recuperación de la pelota con la presión alta y en córners o tiros libre. Reabre el debate sobre si a un centrodelantero como Silva hay que limitarlo pura y exclusivamente a la obligación de hacer goles.

Es su especialidad, pero si ayer se dedicaba a esperar una pelota profunda o un centro a la cabeza, Talleres podía estar jugando hasta mañana que el gol no iba a llegar nunca.

Sin embargo, ayer demostró que puede servir más goles que los que pueda anotar. Volvamos a la jugada del gol: Silva convirtió una pelota sucia (el cabezazo de Pablo Guiñazú al área no fue tan bien dirigido) en un penal.

Es cierto que Talleres necesitaba ayer a este jugador, pero más vale tarde que nunca. Para un equipo que siempre penó con los “9”, llegó un delantero más completo.

Lo paradójico

Es cierto que Talleres llegó ayer al segundo lugar de la Superliga, pero no lo hizo con la mejor de sus formas. Quedó clara la importancia de Silva, como una nueva herramienta para determinar un partido. Sin embargo, el equipo de Kudelka no pudo armar el escenario propicio para desequilibrar al rival con la combinación de precisión y velocidad. Banfield solamente subió en los minutos finales y sin Lucero (que había sido de los mejorcito), pero Talleres no supo aprovechar la tenencia de la pelota. Salvo por algunas diagonales de Rojas, por algún encuentro del ecuatoriano con Juan Ramírez o con algún disparo del propio “11”, Talleres no tuvo profundidad.

Debió esperar a que alguien se le ocurriera jugar con “el Tanque” para no llegar al final del juego flotando peligrosamente sobre el 1-0, lo que, en definitiva, terminó pasando.

Talleres llegó al segundo lugar por una suma de actuaciones que fueron mejores que la de ayer. Sin embargo, ayer conoció que con Silva tiene nuevas maneras de llegar al gol. Y quien puede convertir siempre. Será de temer para todos.