La "T" vapuleó a un juvenil River 4 a 0, vivió una fiesta, se reencontró con el gol y castigó a un rival que menospreció el partido en la previa.

Siempre ganarle a River Plate tendrá un sabor especial. Aunque los vencidos hayan sido los “River Boys”, los “sub-23” de Marcelo Gallardo, los chicos que tuvieron que asumir la responsabilidad de reemplazar a los mayores, preservados para encuentros “más importantes” como el del martes, contra Lanús, por la Copa Libertadores, y del domingo próximo, contra Boca, por la Superliga.

Dios sigue atendiendo en la macrocefálica Buenos Aires y perder en el interior, a entender de la directiva del club millonario, nunca tendrá la misma repercusión que hacerlo allá, aunque el rival sea Tigre o Temperley, con todo el respeto que se merecen esos clubes. Total, como viene la mano, la poderosa Superliga también parece un torneo armado para que los dos grandes, River y Boca, o Boca y River, para que nadie se enoje, siempre tengan privilegios que otros no.

River logró que le adelantaran un día el partido para tener descansados a sus titulares para esos compromisos y hasta se dio el gusto de viajar en un chárter a Córdoba apenas siete horas antes, corriendo el riesgo de algún imprevisto que postergara el vuelo y llegara sobre la hora, o no llegara, pero no logró ganarle a Talleres, que terminó siendo el protagonista central de la noche, junto a su gente, que igualmente se dio cita en forma multitudinaria en el Mario Kempes para acompañarlo. River perdió, Talleres lo goleó 4 a 0 y ese es el resultado que terminará registrado en los archivos. Ahora, a aguantarse las cargadas. ¿Todo no podía salirle tan perfecto, no?

Recuerdos

Habían jugado por última vez en forma oficial el 11 de septiembre del año pasado, en el Mario Kempes, pero esa vez el triunfo fue para River, 1 a 0, con un gol del ecuatoriano Arturo Mina, en un partido en el que fueron expulsados “el Cholo” Guiñazú y Fernando Godoy. Pero anoche se dio vuelta la historia, en la noche inolvidable e interminable de los cuatro goles y de los dos de ese luchador incansable es Juan Ramírez. Porque aunque viejo como este deporte, eso de que “el fútbol siempre da revancha” sigue teniendo vigencia.

La jugada le salió tan mal a River que terminó bajando varios escalones en la tabla y le permitió a Talleres superarlo y subir hasta el segundo puesto (quedó a cuatro puntos de Boca), logrando con creces hasta ahora, cuando todavía falta demasiado para el final del torneo, el objetivo que se trazó: terminar entre los 10 primeros, para ingresar en una copa internacional. Y hasta un exjugador de Boca, “el Chelo” Torres, le hizo un gol.

Y como si con eso no bastara, Talleres se reencontró con el gol y Frank Kudelka, su DT, se dio un gustazo: por fin pudo ganarle a River, ya que en los ocho clubes que dirigió, incluida la “T”, no lo había conseguido. El año pasado, había volteado a Boca en la Bombonera, pero le faltaba sumar un hito más a su carrera, que ya cuenta con cinco ascensos. Casi nada.