La “T” volvió a las fuentes que pretende su entrenador. Generó 16 situaciones de gol y minimizó a un rival que venía de racha. En el banco estaba la llave del gol.

La de ayer frente a Patronato por 1-0 fue una victoria de Talleres en todo acorde con el manual de estilo de su entrenador, Frank Darío Kudelka. Se le dio todo como esperaba, salvo por la demora que tuvo en entrar la pelotita, más caprichosa que nunca. La “T” había generado una quincena de llegadas claras para convertir y había peloteado al Patrón desde todos los frentes, pero, terca no quería entrar en el arco de Bértoli y tuvo que cortar clavos hasta los 30 minutos del segundo tiempo, para convertir los sobrados méritos acumulados en justicia irreprochable.

En la previa del partido los dos entrenadores, Kudelka y Juan Pablo Pumpido, habían adelantado lo que podía suceder en la mañana dominguera del Kempes. “Ellos saben que saldremos a atacarlos y seguramente nos esperarán y saldrán de contragolpe”, dijo FDK. “No firmo el empate, pero no es malo sumar para nosotros, que tenemos una lucha aparte con el descenso”, afirmó a su turno el ex DT de Unión.

Dicho y hecho. Tras un remate de Marchioni que manoteó Herrera al córner al inicio del juego, la “T” sometió después al Patrón a una presión alta tan asfixiante como persistente y a un bombardeo de disparos desde afuera del área, todos bien ejecutados, que en su mayoría fueron detenidos por la pericia veterana de Bértoli, porque la caprichosa se iba al lado de los palos o debido a que las piernas albiazules llegaron una centésima de segundo después de lo necesario.

Tantas llegadas francas sucesivas no fueron por casualidad. En los pocos momentos que Kudelka pudo disfrutar del partido y del juego de su equipo antes de que lo expulsaran después de tanto reclamarle al árbitro Rapallini, debió sentirse satisfecho. Sus muchachos cumplían a rajatabla las premisas de su manual. “Leo” Godoy y Olaza se proyectaban y llegaban al fondo rival como dos delanteros más; Pablo Guiñazú, aunque condicionado por una temprana amarilla, equilibraba las líneas del equipo; Juan Ramírez jugaba su mejor partido desde que volvió a Talleres, auxiliando al “Cholo”, acelerando y pegándole desde afuera; “Bebelo” Reynoso jugaba y hacía jugar, aunque esta vez con más continuidad y decisión, y Palacios inquietaba e inquietaba. Talleres terminaba atacando con cinco jugadores, como quería su entrenador.

Las jugadas de gol frente a Bértoli se sumaban, una tras otra. Los hinchas gritaron gol al menos una decena de veces y en el arranque del complemento le anularon uno a la “T” por un fuera de juego de Gandolfi. Pero la caprichosa se había obstinado más que nunca en esquivar la red del arco de Patronato y la desesperación se apoderaba de la “T”.

Fue entonces que al promediar la última etapa, Kudelka metió su mayor acierto: los ingresos de Junior Arias por Marcelo Torres y de Mauro Ortiz por Ramírez. Ninguno de los salientes había jugado mal, pero FDK necesitaba más tranquilidad y aplomo en el toque final y a alguien que, por fin, la metiera. Y los dos ingresados aportaron la solución, a los 30 minutos, en una bonita jugada asociada. “El Cholo” se la dio a “Bebelo”, Reynoso a Ortiz, el ex Riestra a Palacios, “el Tucu” se la devolvió, “el Enano” fue a buscarla adentro del área y desde la derecha le metió la asistencia al uruguayo, que no tuvo más que tocarla adentro.

Talleres terminó cobrando tarde un cheque que debió hacer efectivo mucho antes por ventanilla. Lo importante es que llegó, se transformó en victoria y lo dejó bien arriba en la tabla, mirando de cerca a Boca y con la ilusión de llegar el domingo al Gigante de Alberdi y llevarse los tres puntos en el clásico. Y como si fuese poco, sumando su tercer partido seguido con el arco en cero.