A partir de agosto, comenzará la Superliga, denominación para la nueva Primera. El ascenso cambia de formato, como la manera de televisar y de comercializar a los partidos.

El fútbol argentino modelo 2017/2018 presentará un nuevo escenario y vendrá con cambios de importancia. Los clubes de Primera División se organizaron por fuera de la AFA como una empresa para mejorar sus ingresos y controlar sus egresos, y a partir del viernes 18 de agosto, en principio, jugarán la Superliga Argentina, que será la nueva denominación comercial que tendrá el torneo de la máxima categoría.

Paralelamente, también habrá un nuevo esquema de transmisiones televisivas que reemplazará al programa Fútbol para Todos, terminado esta semana con la disputa de la última fecha del campeonato de la “A”. Los partidos más importantes ya no se verán más por los canales de aire o cable abierto, sino a través de dos señales (TNT Sports y Fox Sports Premium) que saldrán al aire, en principio, el 1° de agosto y que serán pagas y codificadas desde el mes de noviembre, luego de las elecciones nacionales.

Por su parte, la B Nacional (que seguirá manejada por la AFA) cambiará su formato. El nuevo campeonato que comenzaría en el primer fin de semana de septiembre será a una sola rueda todos contra todos y dará dos ascensos: uno para el campeón y otro para el ganador de un octogonal que disputarán los equipos clasificados del 2° al 9° puesto de la tabla.

La lucha será particularmente enconada para retener la categoría ya que habrá 6 descensos. La idea es jugar la mitad de los partidos que se jugaron en esta temporada (22 en lugar de 44) para bajar los costos y, sobre todo, los viajes desde y hacia el interior del país.

Un cambio cultural

En lo deportivo, el esquema de la próxima Superliga de Primera División será casi idéntico al del torneo que terminó de jugarse el martes pasado. Habrá dos equipos menos (28 en lugar de 30) pero seguirán los 4 descensos por promedio hasta llegar a 22 clubes en la temporada 2019/2020.

El campeonato arrancará el fin de semana del 18 de agosto, habrá un receso entre el 11 de diciembre y el 28 de enero del año venidero, y terminará en el segundo fin de semana de mayo de 2019, un mes antes de la disputa del Mundial de Rusia, con la inclusión de una fecha de clásicos tal como sucedió en las dos últimas temporadas.

Pero las variantes más grandes sucederán por fuera de los campos de juego. La organización correrá por cuenta de una empresa (Superliga de la Argentina Sociedad Anónima) compuesta por los equipos de la categoría y presidida por Mariano Elizondo, un ejecutivo de 44 años que viene del grupo Indalo y que Marcelo Tinelli arrimó al mundo del fútbol. Su principal misión será la de optimizar al máximo posible los ingresos por publicidad y marketing, y controlar la economía de los clubes, evitando los desbordes y las malas administraciones.

Según el estatuto de la Superliga, las instituciones que no cumplan con sus presupuestos, aumenten exponencialmente sus pasivos o acumulen deudas con sus planteles o cuerpos técnicos serán sancionados con penas que van desde la multa hasta la pérdida de puntos y el descenso de categoría. “Lo que tenemos que definir es la sanción a aplicar de acuerdo a los incumplimientos. Como es un cambio cultural importante, no podemos hacerlo de forma inmediata”, dijo Elizondo, sabedor de lo que se le viene.

La Superliga se financiará con el 78 por ciento de los ingresos anuales en concepto de televisación (3.276 millones de pesos sobre los 4.200 que pagará la alianza Fox-Turner) más lo que genere por patrocinios, marketing y tecnología, pero tendrá gastos importantes ya que deberá abonar una suma aún no estipulada por los servicios de arbitraje, Tribunal de Disciplina y Departamento de Jugadores que seguirán corriendo por cuenta de la AFA.

Las ganancias que eventualmente genere el sistema cada año serán repartidas entre los clubes, que deberán poner su plan de cuentas a consideración de una comisión económico-financiera. “Lo que debemos definir qué se va a controlar de cada información contable o económico-financiera de los clubes. Debemos definir a las variables a seguir, analizar y controlar, y luego tomar decisiones”, sostuvo Elizondo.

Durante sus primeros dos años, las ganancias se distribuirán según el actual esquema que pone a Boca y a River en una primera línea de ingresos; a Racing, a Independiente, San Lorenzo y Vélez en la segunda; y al resto de los clubes en la tercera. Pero la idea a futuro de Elizondo es repartir el 50 por ciento de las ganancias en partes iguales para todos los clubes, el 25 por ciento en función de los méritos deportivos y el resto de acuerdo al rating y los abonos vendidos de televisión.

“Deberemos trabajar pensando que el fútbol no son 90 minutos sino 365 días, generando actividades y contenidos que vayan más allá del partido a través de las redes sociales”, indicó Elizondo y agregó: “Tenemos que inventar un producto que hoy no existe. Y, después, lo tenemos que contar. Si no, nadie se entera. Si inventamos un producto y lo comunicamos bien, después va a ser más fácil poder venderlo”. Eso dice el nuevo CEO del fútbol argentino, uno de los grandes protagonistas de los cambios que se avecinan.