El partido en la Bombonera “sorprendió” a más de uno porque el equipo que dirige Kudelka siempre quiso ganar. Hacia adentro, el 2-1 ante Boca puede cambiar la vida de la ”T” en el torneo.

El chasquido de la pelota contra la red de los arcos de la Bombonera no se había escuchado desde hacía 31 años para Talleres.

Y cuando semejante estadio se silencia, no es de casualidad. Como aquel 4-2 del equipo que dirigía José Omar Reinaldi, la forma del 2-1 del domingo a Boca fue la que determinó el resultado.

“Ahora nos van a ver con otros ojos”, dijo Frank Darío Kudelka luego de vencer al puntero del torneo y al subirse al escenario mediático.

En realidad, fue “su” Talleres el que dio la noticia y a “su” manera. El DT había percibido que no le habían creído cuando él dijo que iría “a ganar el partido” y que “pareciera que jugamos con Manchester City, Borussia y Real Madrid... pero es Boca”.

Sin embargo, lo más importante pasó en la cancha: Talleres se convenció de que el partido con Boca en la Bombonera no alcanza con jugarlo, sino que también hay que ganarlo. Algo que pasa muy poco, como lo dice la historia de nuestros clubes en Primera.

Sigue siendo de esos partidos que le pueden cambiar la vida a un jugador. Así debía ser entendido. Talleres mostró la identidad de juego y presionó a Boca con la misma intensidad de aquel partido ante San Martín de San Juan el día en el que Kudelka iba a “morir con la suya” y, en realidad, fue con la que terminó viviendo. Y la dejó vigente el domingo.

Sin embargo, para que esa idea se llevara a cabo, necesitaba buenos comunicadores, aquellos de la palabra soberana. Y fue Pablo Guiñazú, veterano de mil batallas, el que bajó el mensaje. Es el líder que predica con el ejemplo al conservarse intacto a los 38 años.

Y desde el primero hasta el último de los jugadores, Talleres tuvo personalidad. Desde Guido Herrera pasando por Araujo (hasta que se lesionó), Reynoso y Ramis, los más representativos del grupo de los que nunca habían pisado la Bombonera. Desde los que tenían experiencia hasta los que entraron para sostener el ataque como Palacios y Rescaldani (claves en el 2-1 final) o para quitar como Fernando Godoy.

Aquel silencio que también suele hacerse en el camino al campo de juego sólo fue interrumpido por la arenga final, lejos del repiqueteo de los tapones de los botines, que denota el típico miedo escénico. “Dimos ese plus”, dijo Herrera, quien, al igual que Reynoso, Ramis y hasta el propio DT, sabe que si cumplen los objetivos con la “T” serán buscados por Boca o por River o del exterior.

El “sorprendido” fue el líder Boca, que arrancó 1-0 y Talleres le dio vuelta el juego con justicia.