Fiesta inolvidable. Talleres liquidó a Boca y le ganó 2-1 en la Bombonera. Los goles, dos de la cantera: Victorio Ramis y Emanuel Reynoso.

Es que es así. Así es este momento tan dulce de Talleres. Después de la malaria, la triste malaria que acumuló 13 años, ese número desgraciado de no pisar la Bombonera. Cuando en esa época, los cantitos de la gente eran otros. Los hinchas cantaban el “Yo te daré...”, ese himno con las palmas acompañando para que el coro sea parejito y estentóreo. Talleres tuvo un coro de niños cantores en la Bombonera. Ahí donde los chicos aprenden a hacerse grandes, porque “los tienen ya así de grandes”.

Y esa síntesis son esos dos amigos que comían salteado de chicos, apurados para llegar al club, con tantas necesidades. Victorio Ramis y Emanuel Reynoso fueron la síntesis de una de las victorias más grandes del fútbol de Córdoba en las últimas épocas. ¡Cuánto necesitaba Talleres volver así!

Y fue como ir de punto al Coliseo Romano, donde los gladiadores te comían como a pajaritos.

Los pichones de la T no se apichonaron. Eso fue la síntesis de un equipo con personalidad.

Un equiopo que manejó la pelota en el primer tiempo hasta ese minuto 24 que pareció desmoronar a Talleres con el gol de Junior Benítez, entrando en el área chica. Boca puso el 1-0 y le dio vuelta el tablero a Talleres. Porque le quitó el marcador, le rompió el cero y le sacó el balón.

Hasta el final de esa etapa, el Matador se perdió. Pero la luminaria del potrero afloró con una pared de ensueño entre Ramis y Reynoso para que Pipe definiera con un remate como un 9, que es en definitiva lo que es.

Talleres basó su victoria en la actitud y la decisión. En el segundo tiempo tuvo mejor regularidad que en el primero. Y la T ganó porque tiene un arquero firme, que sacó tres pelotas claves, dos abajo y una a media altura. Tiene dos funcionales en modo “reloj” como Leonardo Gil y Pablo Guiñazú.

Y una de las claves de este equipo de Kudelka es que Talleres está formado con jugadores puestos al servicio del sacrificio.

Con el talento y la resistencia física más gravitante de Emanuel Reynoso, el 10, el Matador cimentó un triunfo que se apuntaló en saber capitalizar momentos. Eso pasó a los 37, cuando Bebelo Reynoso tomó el balón entrando al área xeneize después de un rebote que le quedó y le ganó en rapidez mental al arquero, sin darle chances de reacción con remate abajo.

El 2-1 dejó al Mellizo Barros Schelotto con la idea de que este Talleres fue realmente cosa seria. No tuvo argumentos firmes con Pavón, ni con la distribución (obstuída por muchos momentos) a Fernando Gago. Lo que generó Boca fue muriendo en las piernas de los defensores y volantes albiazules. Como también en las manos de Guido Herrera.

La fiesta fue interminable en Córdoba, en las redes sociales y en ese grupo que se volvió entendiendo que puede gestarse algo más allá del resonante triunfo en la Bombonera.

Talleres se fue de la Boca cantando lo que se cantaba antes: ...Te daré una cosa que empieza con T... ¡Talleres!