Un pibe comprometido y solidario, que desde el lunes, tras el juego con Boca, comenzará a estudiar sociología. Valores que exceden a la polémica con Pérez.

Juan Cruz Komar sabía que vivir del fútbol lo iba a poner en un escenario soñado por muchos, pero no por él.

Su evolución como jugador lo llevaría a ese momento en el que debería convivir en el nivel “burbuja”.

Es ese estatus en el que un futbolista se puede transformar en un joven millonario dispuesto a disfrutar de todos los placeres de la vida y prescindir del entorno, creyendo que esos momentos no tienen fecha de vencimiento.

Sin embargo, Komar eligió no entrar a la famosa “burbuja”.

Todo sobre la "T"

“Vivimos en una realidad que mucha gente no puede ni contar, y a veces desde muy chicos. Sin tener conocimiento, manejarte en ese mundo, con dinero y fama, es complicado. Por suerte siempre he estado con mis amigos y familiares. Por mi cuenta he ido a los barrios, a comedores que han tenido recortes, y no siempre con la caridad, porque ayuda pero no sana. Hay que buscar la forma de generar conciencia entre los jugadores. Es tristísimo ver cómo viven los chicos, que por ahí no tienen para comer. Si no nos metemos, no sabemos lo que pasa, y vivimos con lujos que a veces son innecesarios”, supo contar al diario Tiempo Argentino y del dicho pasó al hecho.

La semana pasada, invitado por un amigo y fuera de todo protocolo, se fue a la inauguración de la liga infantil de fútbol “Creando valores”, que aglutina a los niños de Villa Boedo y Ciudad Evita, barrio José Ignacio Díaz, Ampliación 1° de Mayo, Ferreyra, Ituzaingó, Boedo más los de los centros vecinales de Empalme y Deán Funes.

Su presencia revolucionó, en serio.

Cientos de pibes le pidieron su autógrafo (varios, que se lo hicieran en brazos y zapatillas) y hasta jugó con un ocasional “hombre Araña”, que fue a animar la movida solidaria.

Sabe que es Juan Komar, un jugador surgido en Boca (llegó a los 14 años desde Renato Cesarini –lo reclutaron José Malleo y Horacio García– y jugó cuatro partidos) y comprado por un Talleres con el que ascendió y del que hoy es figura, aunque eso no cambió su forma de ser. En Salsipuedes, durante la pretemporada de Talleres, se cansó de firmar autógrafos.

“Soy rosarino y fui a varias prácticas con mi viejo. Me firmaron ‘Kily’ González, ‘Chacho’ Coudet”, le dijo a Mundo D.

Komar jugaba de niño con muchos casetes, pero su papá lo convenció de darle a la redonda. Es futbolista y tiene una gran proyección, pero eso no llena su vida. Desde el lunes, comenzará a estudiar sociología en la sede local que tiene la Universidad de Villa María en barrio General Paz. Sí, a horas de jugar un partido muy especial, porque enfrentará el domingo a Boca lo será, será universitario.

La polémica

Las reglas no escritas de un medio que no está acostumbrado a que un futbolista se anime a expresar sus pensamientos políticos, entre otros, le planteó una situación incómoda.

Komar contó que había ido a actos de “La Cámpora” acompañando a amigos, pero sin ser militante. Y reveló: “En el plantel de Boca había muchísimos ‘gorilas’, y me jodían. Mauro Navas, ayudante de Arruabarrena, me defendía, porque es medio de izquierda. Pero todos los comentarios eran burlándose sin ningún argumento. Desayunábamos viendo TN y tenía que defenderme. El periodismo es generador de opinión, y gente que no está instruida, repite. En Talleres no les interesa la política, pero en Boca eso era peor: repetir sin conciencia”.

Después de que Komar subiera a su cuenta de Twitter un video en el cual se observaba a sus compañeros de la “T” en el vestuario con sus celulares y escribiera “la era de las redes”, su excompañero Pablo Pérez le respondió: “y vos con que filmaste juan??? En ese vestuario no hay gorilas?”, a lo que Komar contestó: “yo soy parte! Por eso filmé, jajaja”.

Pérez se disculpó: “Komar es un gran pibe, buena persona, pero no me gusto que diga eso. Debí responderle en privado”.

El hecho no clasifica la personalidad de Komar. Se sabe que en el medio prima el “es más importante que se sepa, que sea cierto”. Sin embargo, al jugador de Talleres sólo le importó ser auténtico. Sin filtros.