El ex entrenador de Unión —de brillante campaña en Talleres de Córdoba— habló de Messi, del fútbol argentino, de Unión, de los proyectos y recordó también a Diego Barisone. “El fútbol es la perfecta sincronía de lo que somos como sociedad”, dijo.

“De los cinco ascensos que obtuve, cuatro los coronamos con el título de campeón, salvo el de Unión, que fuimos segundos... Ese año, no me importaba mucho ser campeón, quería ascenderlo sí o sí. Un título nutre el ego, pero en el mismo escalón de los logros, pongo lo de Huracán. Lo que se vio fue una salida convulsionada, pero lo que nadie vio fue el recorrido. Es terriblemente gratificante el acompañamiento que tengo de la gente de Huracán. Eso habla a las claras de que no todo es ganar un campeonato. Que la gente de Huracán me reconozca lo que hice en el club, sin haber ganado nada, me reconforta casi tanto como los títulos”.

Darío Kudelka y una frase que fue el presagio de una charla en la que, como siempre, dejó claves y conceptos para pensar y analizar. Hoy, vive un momento único en Talleres. Pocos —o nadie— puede darse el lujo de cargarse cinco ascensos en sus espaldas. “Quizás Rezza, que tiene varios”, dice el propio Kudelka. Pero se ha transformado en un “experto” en este tipo de logros (Libertad de Sunchales, Boca Unidos de Corrientes, Unión y los dos con Talleres). Además, los consiguió en diferentes categorías. Y sus retornos a Primera siempre se dieron a partir de títulos, de logros propios y no por la buena referencia o “actuación” de un representante, como pasa con entrenadores que tienen buena prensa o un representante que los posiciona.

—Dos ascensos en menos de un año con grandes campañas. Parece abrumador, ¿no?
—Es poco común para nosotros, los entrenadores. Para un DT, lograr todo esto no es fácil y por eso lo valoro mucho. Perdimos dos partidos en un año y medio, uno en el Federal A y el otro por Copa Argentina que se dio en una circunstancia muy especial, porque estábamos a un partido del ascenso a Primera y no estábamos mentalmente puestos en ese partido. No es común que esto se pueda dar en un fútbol tan competitivo y parejo como el argentino.

—¿Por qué se dio todo esto?, ¿porque Talleres tiene dinero, porque es una isla en el fútbol argentino, por qué?
—Varios factores. Hay un principio muy claro de convivencia y una organización y estructura a alto nivel. Después, hay que ganar en la cancha, pero trabajar en un marco de tranquilidad, seguridad y de convencimiento hacia dónde se quiere ir, son parámetros para que se pueda dar esa mística.

—Antes de hablar de Unión, interesa saber tu opinión sobre el fútbol argentino. Convivimos en un estado de convulsión, sospecha, descreimiento, inestabilidad, incógnita. ¿Cuál es tu visión?

—No quiero entrar en política porque no es mi estilo y más allá de quién gobierne, quiero que a mi país le vaya bien, pero creo que el fútbol es la perfecta sincronía de lo que somos como sociedad. Nos estamos socavando en los ideales de cómo conducirse. Desaparecen los hábitos buenos y cualquier hecho positivo está por debajo, en la mediatización, de todo lo negativo, ¿se entiende?. Parece que lo malo es siempre superior a lo bueno. Se van perdiendo abruptamente los valores de convivencia y sobre todo se va perdiendo el rumbo. No se puede tener algo tan caro a nuestros sentimientos, como el fútbol, de la manera en que lo tenemos.

—Muy mal...
—Somos mucha gente que estamos por y para el fútbol, pero no tenemos la posibilidad de decidir. Eso me duele mucho, porque no se entiende que no sólo trabajamos mucha gente en el fútbol, sino que también está la gente, el hincha, que vive pendiente de su equipo. Estamos yendo a la deriva como sociedad y como país. En un país organizado, estas cosas no tienen posibilidades de ocurrir. En Estados Unidos, la sociedad no te permite que tires un papel en el piso, pero a nosotros nos da lo mismo. Y con el fútbol pasa algo así. Es el reflejo de la sociedad y es lo que se ha construido. Hay apetencias personales, individualismo y egoísmo. Vamos a la deriva, y desde mi punto de vista, será a largo plazo.

—Entonces, la culpa directa es de los dirigentes, pero indirectamente, todos somos responsables...
—Lo primero sería echarle la culpa a los que dirigen, pero los que dirigen son el producto de la sociedad. Ya no se sabe quién es quién y somos nosotros los responsables. No actuamos como una sociedad que pone límites. Pulula cualquiera y cualquiera puede dirigir.

—Volvemos al principio: Talleres, ¿es una isla?
—Ahora, en Primera, está teniendo obstáculos grandes por lo que dije anteriormente. Cuando te manejás con réditos personales y viene otra idea, le ponés todos los frenos posibles. Estamos con Talleres bajo una idea de conducción deportiva que no existe en la Argentina. Talleres tiene dirigentes deportivos dedicados a eso, preparados para eso y con experiencia de 20 años en otro país. Hacer penetrar esa idea en un país que se maneja de una manera totalmente distinta en el fútbol, es complicado. Todo lo lindo que vivimos hasta ahora, ya encuentra obstáculos que están atentando por el advenimiento de esta nueva idea.

Resultadismo y proyecto

—¿Sentís que perder un partido es algo fatal en este país?
—Depende. Es posible que acá sea así, que nos interese saber si ganamos o perdimos, pero en otras organizaciones, el resultado es el del proyecto. No siempre un buen proyecto va acompañado del resultado deportivo. Alguno que lea esto podrá decir: ¿por qué no te vas a otro lado? y no es así. Yo quiero quedarme acá y pelearla acá. Los DT vivimos en los extremos y para mí, la vida es un recorrido. No voy a ser el mejor porque gané dos campeonatos en menos de un año, ni tampoco seré el peor porque en Huracán me tuve que ir porque no gané. En otros países, se usufructúa el trabajo a largo plazo. ¿Qué persona no tiene dos días en su vida donde hace todo mal?, todos. Sin embargo, una sociedad extremista hace que dos resultados te hagan un héroe y dos partidos perdidos te conviertan en un inservible. Eso habla a las claras de la mentira que es el proyecto. Se decide por pasiones en el fútbol, pero debe haber raciocinio. A mí, una vez me dijeron que me iban a hacer un monumento y un contrato a cinco años, al poco tiempo me estaban echando. Pero bueno, uno se prepara para estar en esta selva.

—Entonces, imagino que mirarás de reojo al dirigente que te habla de proyecto...
—Sanguíneo como soy, tendría que decirte que mienten, pero en parte los comprendo. Mayoritariamente, los directivos no saben ser dirigentes de fútbol. No conocen, no es que mienten. La mayoría no está capacitada para establecer una estructura deportiva. Llegan a ser dirigentes porque son hinchas y tienen, seguramente, un buen pasar económico. Pero eso, no los habilita para que sepan de fútbol o de proyectos. Y después, cuando aprenden o aparece alguno que sabe, no puede sostenerlo porque están condicionados a la presión y pasión del hincha. Lanús lo pudo hacer. Pero casi siempre, el proyecto sucumbe ante los resultados.

Messi y el vestuario

—Hablemos de lo que pasa con la selección y con Messi. ¿Imaginás lo que ocurrió en el vestuario luego de la final con Chile?, ¿pensás que faltó contención para que Messi no tomara la decisión en caliente que tomó?
—Hay que conocer la interna y nadie mejor que ellos y su cuerpo técnico. Para mí tiene una gran lectura. No sé cómo trabaja hoy la selección argentina en el soporte de otras áreas, pero soy un aliado, en su justa medida y momentos, de muchas herramientas que hoy nos dan muchas cosas que van más allá de ser un buen técnico y contar con buenos jugadores en el plantel. Y dan resultado. Messi es el mejor jugador del mundo, no puede sostener un logro con la selección pero realmente juega bárbaro y eso no quiere decir que no adolezca de cosas y que tenga necesidades. Es nítido que no existe, en él, un rendimiento parecido en la selección que en el Barcelona. Escuché decir que no tiene personalidad y creo que pasa por otro lado, no es necesario hablar ni gritar para tener personalidad. Para mí, el tema es apuntar a lo que hacen los mejores clubes de Europa, que tienen una batería de cosas por y para el jugador.

—¿Por ejemplo?
—Un coaching no te va a hacer ganar un partido, pero te puede ayudar.

—¿Coincidís que él (Messi) se creía el primer, gran y quizás único responsable de ganar esa final y la Copa?
—Creo que sí. Muy a la distancia y sin saber lo que debería saber. Como un simple televidente, creo que sí. Pero eso habla a las claras de las falencias de los acompañantes. El otro día veía un video de las comparaciones con Maradona, pero no se los ponía en el video a Maradona y a él, sino a los que lo acompañaban. Con Chile, Messi jugó muy bien, pero jugó muy solo. En cambio, creo que Maradona, más allá de su magnífico torneo, tuvo un equipo que lo acompañó y por eso fue campeón del mundo.

“Siento que nunca me fui de Unión”

Kudelka admite que está pendiente de Unión y que observa los partidos. “Lo vi bien al equipo en el último torneo, ganó los partidos que tenía que ganar y terminó bien. A Unión, lo veo siempre. Y ahora va a ser en forma más directa, porque me tocará volver a enfrentarlo”, señala.

—¿Te quedó alguna espina de aquella salida?
—No, para nada. Agradecido porque me dieron trabajo, mis hijos van a la cancha siempre, el varón se crió adentro del club, yo viví muchos años en el club, Unión me formó como persona y como profesional, y no puedo poner las cosas que no me gustaron por encima de las buenas. Quizás yo también me habré equivocado. Ya pasó.

—¿Sentís interiormente que alguna vez vas a volver al club?
—Es que siento que nunca me fui de Unión. Y así la vida no me dé la oportunidad de volver, siento que Unión está siempre presente en mi vida, en mis recuerdos, en todo. Me cobijó en mi vida profesional y humana, así que no puedo dejarlo afuera de mi día a día.