La historia de Irma, la "Willington" del futsal femenino de Talleres. Tiene 54 años, es abuela y la rompe jugando al futsal en El Matador. Una mujer que se crió jugando en el potrero y su amor por la T.

A Irma no le gusta hablar demasiado. Porque Irma es puro sentimiento. Irma es real, auténtica. Irma es barrio. Es Córdoba.

Irma es Talleres. Una de esas mujeres que han vivido y que está firme, al pie del cañón, para los suyos.

Pero aquí está Irma y tampoco puede hablar. Porque está llorando. Le acaban de dar la noticia de que no podrá jugar más en Talleres y eso le parte el corazón.

Irma tiene 53 años y aunque los estudios médicos le dieron bien, en la Liga Cordobesa de Fútbol a alguien se le ocurrió que “es muy grande”. O sea, que está vieja. Que no podrá jugar.

Por eso llora Irma, cuando le cuenta a sus compañeras del futsal de Talleres la novedad. Nadie ama la pelota como Irma y la pelota la ama a ella más que a ninguna. Pero las quieren separar.

Finalmente, la gestión de la coordinadora de futsal de la T, Guadalupe Díaz, dará efecto. Patalea en la Liga y dan, finalmente, el sí tan ansiado.

Entonces, Irma vuelve a ser feliz. Irma es Irma Albornoz, una señora de 54 años que es la “Willington” del futsal de Talleres. Así la definen y así lo admite ella.

Una mujer de pelo cortito y lágrima sencilla, que todo el mundo aprendió a querer en el gimnasio Juan Pelatto (a metros de La Boutique, en barrio Jardín), donde el equipo de futsal de la T entrena martes y jueves de 15 a 17.

La quieren porque Irma se deja querer. La quieren, además, porque es la 10 de su equipo y su fútbol no envejece.

Irma se para en la cancha y pisa la pelota como nadie. Levanta la cabeza y pone la bocha allá, donde quería ponerla. Pero Irma, además, es madre de cinco hijos (Florencia, Karen, Jaqueline, Víctor Hugo y Viviana) y abuela de siete nietos (Cielo, Miqueas, Jazmín, Briza, Kiara, Kevin y Sergio).

Se toma dos colectivos desde barrio Los Filtros, pegadito a Las Violetas, esos dos días a la semana y es la más puntual de todas para entrenar. Porque ama esto, ama el fútbol. Y ama a Talleres.

Así lo demuestra el tatuaje con el escudo de la T que luce en su pierna derecha. Si uno le pregunta si es de Talleres, ella no responde: muestra su tatuaje.

Y así lo deja en claro cuando defiende como nadie la camiseta en la cancha. Dejando la vida por esos colores.

“Yo me hice hincha de Talleres a los 10 años, y desde allí no he faltado casi nunca a la cancha. Estoy siempre, siempre. Antes iba a la popular, pero vi algunas cosas que no me gustaron. Ahora estoy siempre en la Ardiles alentando con toda mi familia, que son todos de la T”, cuenta ante Día a Día, con algo de timidez.

Pero se irá soltando. Así, nos contará que se crió en barrio Los Filtros jugando a la pelota entre los varones.

Que alguna vez jugó hasta contra su propio esposo, Víctor Hugo. De quien luego se enamoraría y con quien formaría una familia.

Y que ahí, en el potrero y entre varones, aprendió a jugar este fútbol pausado y lírico, pensado.

“Yo miraba mucho a Bravo en su época en Talleres, pero me gustó siempre el Daniel (por Willington). Yo lo miraba y me encantaba porque jugaba casi caminando y hacía todo más rápido que el resto. Y pensaba, pone la pelota allá... y la pelota iba allá. ¿Si soy la Willingotn del futsal? Y sí, yo creo que sí... Juego bastante parecido”, se define.

Irma desafió los parámetros de la Liga Cordobesa y logró que la dejen jugar, a pesar de que no haya cupo de edad.

Claro, es muy extraño que una señora de 54 años, ya abuela, se anime a ponerse los cortos. Pero ella está muy bien de salud y corre y entrena a la par de sus compañeras. No hay trato especial.

“Estas chicas son como mis hijas... Realmente acá puedo ser feliz. Para mi es un sueño poder jugar en el club que tanto amo y que tanto amé toda mi vida. Será hermoso poder terminar mi carrera en el club más grande”, dice y se emociona.

“Su carrera” no fue fácil, porque cuando Irma ya jugaba para el resto de las mujeres no era sencillo decir que jugaban al fútbol. Cuenta que en los 90 Belgrano armó un proyecto de fútbol femenino que entrenaba en las canchitas de Canal 12. Ella fue y se sumó, pero iba con su bolsito con el escudo de Talleres.

“Un día me dijeron que no podía ir más con ese bolso de Talleres y les dije ‘listo, pero no vengo más’. Y no fui más”, cuenta.

Más tarde, jugaría fútbol 11 para el femenino de Defensores Juveniles. Hasta que en el 2014 vio un aviso en La Revista del Fútbol que decía que Talleres hacía una prueba de jugadoras para futsal.

“Dije ‘esta es la mía’ y me fui. Les avisé por teléfono que era una mujer grande pero me dijeron que vaya igual. Ahí me vieron y quedé. Fue una de las grandes alegrías de mi vida”, relata.

Desde allí, la camiseta número 10 se volvió sagrada e intocable. Sólo es para Irma.

“Ella por ahí no se da cuenta, pero es una referente para nosotros y aprendemos mucho de ella. Nos da consejos, nos ayuda. Es una persona hermosa, muy sencilla. En Talleres la adoramos”, cuenta Guada Díaz, la coordinadora.

Mientras tanto, Irma posa para las fotos y sus compañeras la aplauden desde atrás, dejando en claro el afecto mutuo.

“Ahora estoy contenta porque Talleres viene muy bien... La pasé muy mal en la cancha y he sufrido mucho, he llorado tanto por la T. Pero ahora venimos bien y si Dios quiere, podremos jugar en Primera. Ahí estaremos, al pie del cañón siguiendo a la T”, afirma y señala a Burgos y Solis como sus jugadores “preferidos” de este plantel albiazul.

“Déjame agradecerle a mi familia que es la que me aguanta siempre. Yo dejo todo listo para que ellos coman y me voy a tomar el colectivo para estar justito a las 15 todas las tardes. Esa es mi felicidad... Es más, en el barrio no me creen que juego en Talleres. Ahora con la nota me van a creer jaja. Talleres es mi vida, mi gran amor. Agradezco a Dios haberme hecho hincha de Talleres”, cierra.

Mientras tanto, en agosto se le vence el carné de la Liga y amaga con que se retirará. Sus compañeras no la dejarán ir.

El fútbol y Talleres tampoco.

Van por el título. En el 2015, Talleres hizo su presentación en el primero torneo de futsal de Córdoba que organizó la Liga Cordobesa. Al igual que el año pasado, la competencia contará con seis clubes: Racing A, Talleres, Colonia Peruana, Juventus, Racing B y Catania.

Racing “B” fue el campeón invicto del primer torneo oficial de la disciplina. Colonia Peruana fue subcampeón y Talleres completó el podio. Para esta temporada, tanto Irma como su equipo intentarán buscar el campeonato. Y si juega Irma, todo es posible.