Buen ensamble. Victorio Ramis, formado en el club, le abrió la victoria a la "T". Hernán Encina, con toda su experiencia, cerró el partido. La amalgama dio resultado.

Finalizó el partido pero su actividad no amainó. Concedió dos, tres, 10 entrevistas; firmó 10, 20, 30 camisetas albiazules; posó para 20, 30 o vaya a saber cuántas fotografías con los hinchas. Victorio Ramis fue uno de los jugadores sobresalientes del Talleres que anoche en el Kempes tuvo un segundo tiempo que reverdeció las ilusiones de los amantes de la “T”.

“Soy un jugador que tiene el plus de ser hincha del club y eso implica dejar todo en la cancha”, dijo al salir de los vestuarios y demostró esa condición de hincha incluso fuera del estadio, cuando detuvo su automóvil a la salida del acceso sur para iniciar otra ronda de fotografías y autógrafos. De hecho, “el Pipe” fue el último jugador albiazul en abandonar el Kempes.

El agradecimiento de los hinchas hacia el juvenil delantero tenía su razón de ser. Además de su despliegue, que complicó a la defensa de Central Córdoba, fue el autor del golazo que al minuto y chirolas del segundo tiempo le abrió un partido que a Talleres se le había puesto denso. “Me quedó y bueno, por ahí entra, por ahí no. Pero esta vez gracias a Dios, entró”, fue la explicación del goleador.

Y es que luego de un primer tiempo sembrado de dudas con un tiro en el travesaño de Caranta incluido, el 1-0 abrió el partido y el juego del Albiazul. Afianzado en la ventaja, Talleres se hizo dueño de la pelota y del partido. “A la gente les gustó porque estuvimos bien con la pelota, nos vio bien. Lleva tiempo mejorar el funcionamiento, pero ahora nos estamos conociendo más y estamos corrigiendo cosas”, apuntó Ramis.

Y esa mejora del funcionamiento explica cómo las variantes posicionales y los recambios de jugadores empiezan a rendir y a dar frutos en el equipo. “En el segundo tiempo, el profe me puso de doble delantero para encontrar espacios. Es mi puesto natural y me da la confianza de jugar por afuera”, dijo el atacante, explicando su reposicionamiento en la cancha.

Y en materia de cambios, el ingreso de Hernán Encina le dio una cuota aún más de dominio a Talleres, sobre un Central Córdoba que ya le había perdido definitivamente la mano al partido y que se veía desbordado.

Encina ingresó a los 25 del segundo tiempo, pero esos 20 y pico de minutos que jugó indican que las piezas se van ajustando en Talleres, que el banco cumple con esa función decisiva que es la de aportar al juego del equipo con el ingreso de jugadores clave, y no sólo reemplazar futbolistas agotados.

Encina cerró su excelente desempeño con el gol que le puso cifras definitivas al partido.

Tal vez llegó demasiado tarde, lo cual es cierto, pero lo importante es que se gritó y puso un poco más de coherencia al resultado, sobre todo por lo hecho por Talleres en el segundo tiempo.

Y en el medio queda otra lectura. Ayer a Talleres un juvenil de la cantera del club le abrió el partido y tuvo una actuación descollante, y un refuerzo, veterano y con chapa, entró, jugó e hizo jugar y cerró el resultado y el juego. Unos y otros empiezan a rendir. La amalgama parece empezar a dar resultados, los engranajes empiezan a encastrar y funcionar aceitados en este Talleres puntero, que empieza a exhibir buen fútbol.