Mal en la cancha, mal en la tabla. La T perdió 1-0 contra un pobre Gimnasia de Jujuy 1-0. De 21 puntos, el Matador sólo sumó 4.

Su equipo tiene el cuerpo enfermo. Enfermo por el virus interminable del error. Talleres es un adicto que no se recupera del error. Equivoca. Intenta. Vuelve a equivocar. Retrocede. Equivoca. Y lo paga. Talleres cae. Pierde 1-0 en su casa ante Gimnasia de Jujuy.

Rubén Forestello ya no tiene en su historia clínica las razones de un diagnóstico certero. ¿Qué le pasa a Talleres? ¿Qué tiene en el cuerpo éste enfermo incurable? Es la fábula de aquel que trabaja en la semana con la abstinencia. Pero que cuando le cae en gracia el fin de semana, recae. Tropieza.

Vuelve a equivocar. Y no se levanta. O, si lo hace, es a medias. Y se lo dice por dentro: “No va a volver a pasar más”. Pero le vuelve a pasar. Forestello vuelve a decir: “Ya vamos a ganar”.

Pero no gana. Son 4 puntos sobre 21 jugados. Son tres derrotas y cuatro empates. Talleres ha derribado su propio muro de los lamentos. Ya no tiene donde apoyarse para llorar. Forestello se ha parado en un primer tiempo malo, con escasees de ideas y de plan.

El DT se ha parado en su área técnica de todas las formas. Y ha hecho los ademanes que hacen los viejos delanteros para empujarla aún desde tan lejos. Pavón y Díaz han sido las vías posibles de esa recuperación. Lo demás ha sido un monólogo autista de una perdida noche sin rumbo. Brítez Ojeda de relieve subterráneo. La defensa, esperando en sus embrollos y saliendo, zafando para no sufrir más.

Forestello está parado ahora como los cátchers del beisbol, detrás del bateador. Viendo venir la bola. La pose emula también a aquellos que se aferran sobre las rodillas casi implorando que la mente de sus jugadores coincidan con sus actos. Es difícil.

En el segundo tiempo, quizás con Leyes en cancha pueda ordenar eso que parece tan nebuloso. Pero es muy difícil. Forestello ya ensayó todo tipo de poses. Miró su reloj a los 14. Llamó a Barrionuevo y a Tevez para los cambios. Y cuando buscó la forma de entrarle a un mediocre rival que sólo juega a defenderse, en un pelotazo de esos que pueden decir poco pifió uno un cabezazo y el otro que entraba como tropel se llevo la pelota por delante para anotar el heroico gol. El estatismo de la defensa se traducía en la cara del DT.

Forestello estaba ya abatido. Como su equipo. Los más de 25 mil hinchas que llegaron al Kempes para empujar al equipo se fueron con el mismo desconcierto del equipo. “Que se vayan todos”, se oyó.

Forestello saludó al DT Sciaqua delante de la manga. Ya no había forma de estar parado de una u otra manera. La mala posición del DT ya es la del mismísimo Talleres. Enfermo, golpeado, con el virus del error en el cuerpo.

“Estamos cerca de la victoria”. Por el vestuario de Talleres pasaron todos los dirigentes de peso. Rodrigo Escribano (titular del Fondo que coadministra el club), Maximiliano Salas (gerente deportivo del Fondo), Ernesto Salum, Hugo Bertinetti y Alberto Escalante (tres de los más encumbrados directivos). Hasta el juez que maneja la quiebra de Talleres, Saúl Silvestre, estaba por el área aunque, por supuesto, no ingresó al camarín.

De fondo, se escuchaban disparos de balas de goma por algunos incidentes que se produjeron en la salida de los hinchas.

Luego de una hora, el DT Forestello dijo lo suyo: “Yo estoy bien. Siempre me preguntan lo mismo. La solución a esto es ganar. Estamos cada vez más cerca de la victoria. Con los dirigentes no hablamos de plazos ni nada de eso. Hablamos con los chicos de tomarnos revancha contra San Martín). No me pongo plazos, pero estoy a disposición”.

Al cierre de esta edición, los dirigentes estaban en una reunidos acalorada.

Siete sin ganar. Cuatro empates y tres derrotas: además de la caída del domingo, perdió 0-3 con Sarmiento, 0-1 con Douglas.

Última. 17/11/2013. Ese día, Talleres venció 3-1 a Independiente Rivadavia en el Kempes y no volvió a ganar. Fue por la 18ª fecha.

Mal atrás. La defensa de Talleres es una de las más goleadas (recibió 37). Sólo en cuatro partidos pudo mantener el arco en cero.