Sigue sin ganar. La “T” no pudo aguantar dos veces el resultado a favor e igualó con Crucero del Norte. El equipo se fue insultado.

Cristian Pavón desbordó, tiró el centro atrás y producto de un rebote en Facundo Torres, la pelota terminó entrando en el arco de Germán Caffa. Talleres se ponía 2-1 a los 36 minutos del complemento y la primera victoria del año estaba muy cerca.

Sin embargo, como reza el dicho “no hay dos sin tres”, la “T” sufrió un gol al minuto después de haber anotado uno a su favor. Y, tal como sucedió la fecha pasada ante Almirante Brown, el festejó se ahogó en segundos. Ariel Cólzera, con un zapatazo de media distancia, clavó el 2-2 y el estadio explotó.

Es que, además del partido ante la Fragata, la misma situación ya había sucedido en el primer tiempo cuando Juan Pablo Avendaño había puesto arriba a los albiazules y a los dos minutos Ernesto Álvarez la metió con un preciso tiro libre.

Ese combo de goles recibidos no bien anotado uno propio, sumado a que no ganó en lo que va del año, que lleva ocho partidos sin victorias y que está en zona de descenso con un solo equipo por debajo suyo, provocó que el público despida al equipo en un bullicio tremendo conformado por silbidos e insultos.

“¡Pongan huevo! ¡Dense cuenta de que nos estamos yendo al descenso!”, les gritaron a los jugadores en el Kempes.

Pero eso no fue todo. Algunos simpatizantes, preocupados por la tabla de promedios, esperaron al plantel en el playón de estacionamiento interno para insultarlos. “¡Pongan huevo! ¡Dense cuenta de que nos estamos yendo al descenso!”, les gritaron a los jugadores. No fueron más de 30 los que insultaron. Sin embargo, la Policía debió aumentar la seguridad en el sector y Rubén Darío Forestello se retiró con una pequeña custodia que lo acompañó, por prevención, hasta el ómnibus que transportó a la “T”.

El momento albiazul es el peor desde su regreso a la Primera B Nacional, pero es cuando más tranquilo debe estar.

La entrega de los jugadores quizá no sea la flaqueza de este equipo. La actitud no parece ser el problema.

El juego, que en muchos momentos parece ser desorde­nado, y sobre todo lo anímico, asoman como las urgencias principales a solucionar por el cuerpo técnico. Anoche el equipo sintió en las dos oportunidades los goles del rival. Parece que cada mano que le pegan a Talleres ahora duele más. Pero no hay que olvidarse que cuando el equipo ­jugó tranquilo (sólo los 20 minutos iniciales hasta el primer empate del Colectivero) generó cuatro chances claras de gol.

La situación es compleja si se ve la frialdad de los números que indican que hace ocho fechas no se gana. Sin embargo, a esta altura de la primera rueda, el equipo había sumado también tres puntos y luego repuntó. El camino es complicado, pero no imposible. Claro que para eso Talleres debe recuperar la confianza y, claro, aprovechar los pocos momentos de buen juego que tiene.