Triunfo indiscutido. Y un día, Talleres jugó. Hubo contagio. El equipo habló por sus goles.

Vale mucho tener un jugador gravitante. O dos, o tres. No es ningún descubrimiento futbolero. Pero vale mucho más entenderlos. Ni hablar de cuando entre ellos potencian sus condiciones. Son las llaves para cambiar el partido, y lo que sigue siempre será más. Talleres lo hizo anoche, desde temprano, y así, después de varios partidos, logró ganar y tranquilizar su agitado mundo. El 2-0 ante Aldosivi, justo y necesario, quizá pudo ser mayor.

Juan Ignacio Sánchez Sotelo fue el del papel principal. Arrancó el juego y la redonda le fue al pecho de un lateral. “El Lobo” la convirtió en una pelota seria al jugarla para Agustín Díaz. El tiro del “10” salió alto, pero fue un indicio. Ya había comenzado a distribuir Sebastián Navarro, el de la cabeza levantada y el pase profundo. La segunda pelota seria los encontró combinados, en el primer pase y en la definición. Sánchez Sotelo fusiló a Campodónico, luego de que Navarro inició la jugada y de que Juan Tevez profundizara todo, leyendo que algo bueno surgiría.

Dos estaciones del juego resueltas y un tipo dispuesto a moverse como “el Búfalo” eran algo prometedor. A la espera de nuevas voluntades que se fueron sumando con el correr de los minutos. Bottino y Cháves pasaban en pared; Bazzi también se arrimaba. Leyes recuperaba y jugaba. La pelota corría más que sus tocadores. Y un día, Talleres jugó. Hubo contagio. Habló por sus goles. En el 1-0 y también en el 2-0, con la aparición de Tevez por la izquierda para asistir a Díaz, quien en dos tiempos terminó anotando.

Talleres creó entre ocho y nueve situaciones de gol y en el acto defensivo también se reconcilió. Fue sencillo. Porque esta vez tuvo la pelota y supo qué hacer con ella. Los sofocones que sufrió ocurrieron a las espaldas de su doble cinco y en alguna pelota parada que Santillo terminó controlando.

Un cabezazo al travesaño de Flores, la salvada en la linea de Vera tras un remate de Cajaravilla y el reflejo del “1” en dos oportunidades, ambas ante Vildozo, fueron los instantes oscuros de una victoria que llegó cuando más se la esperaba.

El modelo Chazarreta. La impronta que el DT interino le dio a Talleres fue presionar más adelante. También fue clave el hecho de que Aldosivi, pese a su delicada situación en ambas tablas y de que temprano estuvo en desventaja, siempre apostó a jugar. Ese planteo del equipo dirigido por Darío Franco favoreció las chances del equipo albiazul, que tuvo muchos espacios para lastimar a su rival.

Uno x uno


Santillo. Tapó dos pelotas clave, una en cada tiempo, a Vildozo.

Cháves. Rindió mejor en el primer tiempo. En el complemento se le complicó la tarea defensiva.

Avendaño. Fue de menos a más. Arrancó con dudas y se afianzó.

Vera. Tuvo un actuación firme. Se adueñó del liderazgo en defensa.

Bazzi. Aceptable tarea. Tuvo proyección en el arranque y más apego a la marca en el complemento.

Bottino. Estuvo más profundo en el inicio que en el final del juego.

Leyes. Recuperó muchísimo en la mitad de la cancha. Fue divisivo cuando Talleres tuvo que defenderse con la pelota en su poder.

Navarro. Una de las figuras. Fue siempre el primer pase de la “T”.

Agustín Díaz. Hizo un gol y participó en varias jugadas claras.

Tevez. Hizo el trabajo sucio y se entendió bien con Sánchez Sotelo.

Sánchez Sotelo. El mejor de la noche. Gravitó siempre en ataque.

Carabajal, Álvarez y Fredrich. Un lujo, una asistencia y un remate errado en soledad ante el arquero fueron sus respectivos aportes.