Sialle no se dobla; vive el día a día. Los insultos de ahora no le duelen, como tampoco se engañó con los elogios desmedidos que recibió por el ascenso y el progreso en la Copa Argentina. Sí pueden herirlo actuaciones como la del 0-1 ante Brown, en las que la relación de la táctica pretendida y lo expuesto fue nula. O escasa como en los partidos ante Sarmiento y Douglas, pasando por la eliminación de la Copa Argentina, y Unión. ”No tuvimos la capacidad. No hubo respuestas anímicas. Soy el responsable porque yo armé todo”, fueron las frases contundentes, sobre todo por lo inédito. Superó un fraserío que contaba aquel “no pudimos levantar las piernas”, del primer Argentino A que jugó y aquel “el que se deprima se va a la casa”, previo al envión final que terminó con el ascenso. Su razonamiento mediático puede ser tomado desde la lógica general del fusible que salta ante los malos resultados. Pero puertas adentro, que es donde importa de verdad, su mensaje busca “despertar” a los jugadores. Y el primer paso para encontrar la solución, ya lo dio el DT. Fue autocrítico. El segundo será tratar de que el plan tenga que ver más a lo que se puede jugar hoy. Jugar a lo que se puede o a lo que debe. A Newell’s, a Belgrano y a San Lorenzo les ganó teniendo menos la pelota, defendiendo bien en espacios reducidos y matando en los amplios. Siendo protagonista le costó. La elección será de Sialle; el despertar, de los jugadores.