Poco. La T y su gente esperaban más anoche, pero apenas fue empate 1-1 ante Douglas Haig. El hincha, disconforme.

Miró a su hijo. Le movió la cabeza, mordiéndose los labios. Las manos se movían adentro de los bolsillos del gamulán gastado de tanto uso como queriendo gesticular. Y lo que intentaba decirle ese padre que le heredó los colores a su primogénito era que, lo que habían visto en la fría noche del Kempes era ese equipo que arrasó en el Undecagonal, que ascendió a la B Nacional y que, ahora, le cuesta hacer pie.

Porque, en el arranque en la principal categoría de ascenso de Argentina, no pudo ni con Sarmiento ni con Douglas Haig. Fue 1-1 anoche en un partido de bronca. Ambos juegos en el Kempes, algo que parecen indicarles que esto de volver a jugar por el regreso a Primera División tan ansiado por los hinchas no será fácil. Porque sin jugar bien, un poco por virtud de los visitantes y un poco por ansiedad propia, sólo igualó los dos juegos de local con los que arrancaba el derrotero en este nuevo torneo.

Porque estos rivales, que vienen a buscar el negocio, plantean todos los partidos iguales. Mucha presión, buscar el error y manejar los nervios del local. Eso le pasó a este Talleres y sus hinchas cortaron clavos todo el partido. Y los nervios de afuera, porque no salen las cosas a los de adentro, después se traslada a la cancha.

Y las ansias le comen la cabeza a los 20 mil que desafiaron el frío para llegarse al Mario Alberto Kempes a estar presentes. A declararle el amor a esos colores que se renuevan partido a partido, fecha tras fecha.

Y tanto ese padre y ese hijo que fueron juntos al estadio y todos los fanas de la T se tienen que convencer que va a costar mucho todo. Que cada gol será gritado como se gritó el de Gonzalo Klusener anoche. Con la garganta desgastada de tanta puteada al aire porque a los jugadores les costaba horrores entrarle a este Douglas de Mostaza Merlo. Con la bronca de algo que se consiguió con mucho sacrificio. Corriendo más que jugando. Metiendo más que pensando. Y esperando el milagro de un triunfo que no llegó.

El final. El frío con el que despidió el hincha al equipo fue el reflejo de ese espejo en el que se está mirando Talleres. A veces se reconoce, las menos, cuando juega. Y muchas veces se embarulla hasta la desesperación.

Esa desesperación que llevó a los hinchas a entonar el clásico “Jugadores, a ver si entienden esto: Nosotros alentamos, ustedes pongan huevo”. Y sí. La ansiedad le gana a la razón.

Lo que puede dejar tranquilos a los hinchas es que, a pesar de la impotencia de no poder ganarle a un rival como el de ayer, todavía está Klusener. El goleador dijo presente cuando las papas quemaban feo a pesar de la gélida noche.

Con ese gustito a poco, se fueron a sus casas. Mascando bronca porque el equipo no es el mismo. Se les pide paciencia y la tendrán que tener. No queda otra. Por ahora, ¿es lo que hay Talleres? El hincha espera mucho más. Hay tiempo.

Mundo Albiazul


»Conformes. Desde el Fondo informaron que Talleres llegó a 18.500 socios plenos. Los provisorios fueron 4.500.

»No descansa. El jueves, a las 10.30, en La Boutique a preparar el partido ante Unión.

»Contratos. Están avanzadas las gestiones para renovar el vínculo de Carabajal y Nery Leyes. Hoy habría novedades

»Día del Niño. El lunes, de 9.30 a 13, en el predio, el departamento Acción Social organizará una fiesta para 300 niños. Habrá premios, regalos, circo y muchos juegos para los chicos en su día.