La espera terminó: tras ocho años, hoy comienza el juicio por la muerte del joven hincha de Talleres a la salida de un clásico con Belgrano. Dos policías llegan imputados por el hecho.

La tarde del 16 de abril de 2005, Talleres y Belgrano empataron en un olvidable clásico amistoso en el entonces estadio Chateau Carreras.

Esa intrascendencia se esfumó media hora después de terminado aquél partido: una posta de escopeta atravesó el lóbulo pulmonar de un joven de 19 años en las inmediaciones de la cancha y apagó su vida en cuestión de minutos. Ese perdigonazo partió del arma de un policía y la víctima estaba a casi dos cuadras desde dónde salió el plomo.

Hoy, a más de ocho años de ese desafortunado episodio para la vida –y la familia– de Jorge Martín Castro (19), será momento de escuchar la voz de la Justicia. En la Cámara Primera en lo Criminal, con la presencia del fiscal Marcelo Novillo, tendrá lugar a partir de las 9.30, la primera de las ocho audiencias previstas en el juicio.

Al proceso oral llegan dos hombres imputados: el cabo primero de la Policía Gabriel Vivas (40), acusado de homicidio culposo doblemente agravado, por el uso de arma de fuego y porque el disparo que se le atribuye se dio en el marco de un espectáculo deportivo; y el ex comisario mayor Juan Carlos Brito, quien se desempeñaba en la Dirección General de Operaciones y esa tarde estaba a cargo del operativo de seguridad del clásico. Este último, arriba al juicio imputado de mal desempeño de la función pública y vejaciones agravadas.

Ambos fueron acusados por la fiscal Jorgelina Gutiez, quien instruyó la causa. En un principio el juicio recayó en la Cámara Octava del Crimen, pero luego derivó en la Primera. La familia de Castro se constituyó en querellante particular y hace ocho años que pugna por justicia por su hijo.

Plomo por Goma. Vivas, defendido por el abogado Hugo Luna, está sospechado de haber cargado la escopeta con cartuchos de plomo en lugar de balas de goma y disparar contra la parcialidad albiazul que arrojaba piedras contra su par celeste, cordón policial mediante, sobre la avenida Cárcano. Vivas no formó parte, en esa oportunidad, del operativo en cuestión, sino que estaba asignado como chofer del ex subjefe de Policía, Juan Antonio Pesci.

De ser encontrado culpable, Vivas podría encontrarse frente a una pena de hasta cinco años de cárcel. Estuvo un tiempo detenido tras el hecho en prisión preventiva pero salió y continúo trabajando.

Según la instrucción de la causa, Vivas fue a buscar su arma al móvil al ver la lluvia de proyectiles. Confundió una munición para repeler con una para matar. De acuerdo a los testimonios recolectados en el caso, el peso entre ambas es diferente (siendo las de plomo más pesadas y fácilmente reconocibles para un agente entrenado), al igual que el color.

El cabo primero, en actividad a la fecha, disparó una vez contra la multitud. Sólo una vez. Ese cartucho estaba compuesto por nueve postas: una se perdió en el aire, dos lastimaron a Sergio Kowalewsky (hincha de Talleres que se encontraba a unos 30 metros desde la punta del arma), cinco se encontraron con Marcelo Castillo y sus dos hijos adolescentes (estaban cerca de Kowalewsky), y la última atravesó la piel de Martín, quien estaba con su novia Romina a casi 200 metros desde donde inicio su recorrido el perdigón.

Era la primera vez que Martín y Romina iban juntos a ver al Matador.

Comisario bajo la lupa. La suerte del comisario retirado Juan Carlos Brito parece estar echada. Si bien afrontará el proceso defendido por Carlos Hairabedian, al pedir el retiro anticipado y beneficiado por los tiempos judiciales, al excomisario le prescribieron algunos cargos. De ser encontrado culpable, las imputaciones que pesan sobre él prevén penas excarcelables.

Sergio Kowalewsky, Marcelo Castillo y sus jóvenes hijos sufrieron heridas por los perdigones que expulsó la escopeta de Vivas. Los tres quedaron en el suelo, pero Castillo la pasó aún peor, ya que Brito lo insultó, zamarreó y golpeó. Castillo, mientras, se desangraba. Luego, pese a verlo herido, tendido, se retiró sin auxiliarlo.

La fiscal Gutiez lo imputó por los delitos de vejámenes calificados e incumplimiento de los deberes de funcionario público.

En su momento, Hairabedian solicitó la nulidad de la declaración indagatoria tomada a su cliente, aludiendo que Brito no estaba plenamente consciente de los cargos que se le atribuían.

Un juicio, dos reclamos

La familia Castro es querellante bajo el asesoramiento legal de Daniel Quinteros y Federico Sánchez. Hace un año que ellos asumieron el patrocinio de la causa. Antes, lo tenía la doctora María Elba Martínez, quien por razones de salud abandonó el caso.

El reclamo penal (se paga con tiempo de libertad del imputado) va de la mano de la demanda civil (es un resarcimiento económico) en contra del propio Vivas y de la Policía de la Provincia. Ambos juicios se resolverán en la misma Cámara, a partir de hoy.

Están previstas ocho audiencias (5, 6, 7, 12, 13, 14, 20 y 21 de agosto) y declararán más de 30 testigos en la sala del segundo piso de Tribunales II.

Los Castro vivían en Villa El Libertador cuando aconteció la desgracia. Un día después de la muerte de Martín, una multitud copó las calles del barrio para despedir al chico en un velorio lleno de gente, lágrimas e incomprensiones. Hoy, viven en barrio Vicor, en un acto de tratar de alejarse de ese recuerdo... todavía indeleble.