Igualdad donde nunca ganó. El 0-0 no tuvo el peso de otras veces. El resultado, sin Carabajal-Klusener, fue lo más destacado ante Central Córdoba de Santiago del Estero.

No es el traje que mejor le calza a Talleres. El que combina batalla y lucha. Raro para alguien acostumbrado como está, a contar con jugadores desequilibrantes de tres cuartos de cancha en adelante, en lo que va de todas sus participaciones en el torneo Argentino A.

Pero, a veces, como anoche, ante la falta de dos de sus tres jugadores más determinantes como son Gonzalo Klusener y Gabriel Carabajal (“El as de bastos y de espadas”, según lo definiera Rodrigo Cháves), el punto obtenido ante Central Córdoba, puede calificarse de muy importante.

Está claro que de haberse animado un poco más, y ante la falta de ideas picardía que demostró el Ferroviario, Talleres pudo haber ganado. Pero lo cierto es que, con el puntito que embolsó anoche, en un reducto que siempre le costó jugar como el estadio Alfredo Terrera, quedó a solamente un puñado de puntos de asegurarse la clasificación al undecagonal que definirá el primero de los dos ascensos a la B Nacional.

El repaso de la estadística dirá que, con este resultado, Talleres nunca pudo ganarle a Central Córdoba en su cancha. De la misma manera que el equipo de Ragusa tampoco ganó nunca en el estadio Kempes.

Los números hablan claramente de una igualdad de dos equipos que se respetan mucho más allá de lo aconsejable. Solamente así puede entenderse que de cuatro veces que jugaron aquí, Talleres haya jugado tres veces y haya perdido un partido. Aquel de 2010, en sexta fecha con goles de Sebastián Sáez (luego fue a Talleres). El de la represión de la policía a los hinchas de la “T”.

Señores esto es el Argentino A, un torneo en el que sirve sumar siempre. Sobre todo cuando los argumentos para jugar no están disponibles. A su hinchada no le gustará porque es de paladar negro. Pero el punto lo acerca más a su primer objetivo. Viene Racing, la historia continúa y la exigencia, también.