Fue mascota y jugador de la “T”. Hasta vivió bajo la platea de la Boutique con sus padres, que eran los bufeteros del club. Fue DT en el semillero. Ahora dejó Central Norte para asumir el desafío de llevar al equipo al ascenso.

“Tengo mucha confianza en que voy a sacar al equipo adelante. Me vengo preparando desde hace muchos años. Conozco el paño”.Gustavo Coleoni ha reingresado al mundo Talleres, después de varios años, para convertirse en el técnico del plantel profesional.

Coleoni fue “el Sapito” desde pibe, de su época de jugador en Talleres. Sus compañeros lo apodaron así por ser petiso y porque sus saltos y amagues para limpiar rivales se parecían a los del batracio.

Ahí empezó a ser “el Sapito” y al poco tiempo se topó con “el Sapo”, Roberto Marcos Saporiti, DT albiazul en cinco ciclos. La historia albiazul los emparentó en el histórico equipo del Nacional 1977 que perdió el título en aquella increíble final con Independiente de Avellaneda, en la Boutique, el 25 de enero de 1978. Saporiti era el DT de Talleres –empezaba a largarse solo; era el gran colaborador de Menotti en la selección– y Coleoni, la mascota de ese equipazo.

“Tenía 12 años y entraba a la cancha a hacer jueguitos, en el entretiempo o antes de cada partido. Es más, hice la rutina en ese partido. Vivía debajo de la platea cubierta, al lado de donde se cambia hoy el plantel. Lo hice por 15 años con mi familia. Mi viejos eran los bufeteros”, recordó Coleoni, primo de Sergio, quien integró el plantel profesional en los ‘80 y lo dirigió en 2002 al primer equipo.

“Respeto mucho a Saporiti. Aprendí de él. Hay ejercicios que le he copiado”, recordó Coleoni, que como DT de Antoniana le ganó al Talleres del “Sapo” y lo eliminó del Apertura 2009.

“Decían que iba a ser muy bueno como jugador, pero no resultó. Jugué en la división local y no llegué. Tuve chances de ir a Francia. Hasta llegué a tomar hormonas de mono para crecer. El mismo problema que tuvo Messi”, contó Coleoni.

Su carrera. “El Sapito” subió a coordinador de inferiores de Talleres cuando Mario Ballarino dirigió al plantel en 2002. Con un grupo de trabajo que también integraban Carlos Bustos, Marcelo Bonetto, Piero Foglia, entre otros, surgieron Pablo Ledesma, Gabriel Oyola, Juan Avendaño, Devalis, Sarmiento, Favalli, Rami, Cuba, Rusculleda, Perrone, Erpen, Leandro Zárate, Lázaro y Pastore.

Luego, Coleoni fue técnico de Racing (en 2006: dirigió 18 juegos, ganó 10, 4 empates y 4 derrotas), de Juventud Antoniana (lo clasificó a ambos pentagonales la temporada pasada; 40 partidos jugados, 16 ganados, 13 empates y 11 derrotas) y de Central Norte (lo tomó penúltimo y lo llevó al segundo lugar), donde estaba ahora.

Los administradores albiazules de turno, Carlos Ahumada y, ahora, el Fondo de Inversión intentaron contratarlo, pero siempre estuvo ocupado. Es más el mejicano intentó cambiar “Sapito” por “Sapo”, al inicio del torneo pasado y luego lo llevó como coordinador del semillero a Juventud (SL), club al que gerencia.

Ahora, el Fondo prescindió de Arzubialde y tras el interinato de Héctor Chazarreta, llamó al “Sapito”, que pese a estar en Central Norte no dudó. “Es un tren que no podía dejar pasar y me subí. Es el sueño de mi vida. Mi vieja que está en Salta conmigo está chocha”, dijo Coleoni, tal como había insinuado la semana pasada. “No tengo contrato firmado y su presidente me dijo que me comprendería si me llama Talleres”, advirtió.

Ahora, con los hechos consumados sostuvo: “Mi historia con el club es increíble, pero la gente quiere que gane. Mi prioridad es generar confianza. Quiero que sean los mejores. Eso sí. Toda jugada arranca y termina con un gesto técnico, pero el que no corre conmigo no juega. Se lo digo a mis dos hijos que juegan en el club”.

El bautismo será ante Juventud en San Luis, el próximo sábado. Es la era del “Sapito”.