Quedará en los registros que Talleres despidió a un técnico que tenía al equipo en el primer puesto de la tabla. Miles de interrogantes y pocas respuestas pueden encontrarse en torno a esta decisión, más allá del análisis sobre si fue o será acertada. La realidad indica que Héctor Arzubialde hizo una buena campaña en los números (por algo el albiazul sigue líder) pero desde el seno de la directiva entienden que su ciclo llegó al límite. Y el plantel tampoco parece darle crédito, pese a que el andamiaje deportivo es alentador, situado en un puesto de privilegio. El futuro lo dirá.

De todas maneras, las reflexiones deben aparecer desde la conducción del club. Si se piensa que pegando un golpe de timón solamente se puede enderezar el rumbo se cae en otro error. La verdad indica que Arzubialde pudo aprovechar más a las individualidades de un plantel rico en jerarquía que a un funcionamiento colectivo. Esa fue su deuda interna y en definitiva, el detonante que precipitó su salida, muy poco objetada por todos, más allá de que existió un desgaste en la intimidad del grupo con el mensaje del entrenador, su ayudante de campo Alberto Arzubialde y con situaciones que lo pusieron al límite, en el aspecto discursivo. Fue presa de sus propias declaraciones, y de a poco la situación lo fue superando emocionalmente.

De todas maneras, no hay garantías de que el técnico que asuma pueda cumplir el objetivo. El ingrato torneo Argentino A es especial y se tiene que jugar partido a partido. No hay atajos para ascender y eso lo tienen que aprender, digerir y aceptar todos los integrantes del Fondo de Inversión y sus hinchas también. Ese mensaje debe transmitirse desde la dirigencia para no cargar de presión al DT que suceda a Arzubialde. Si antes de asumir se le cuelga una mochila tan pesada, la cruz que no pudo sostener el cuerpo técnico anterior, le caerá encima. Los encargados de conducir deben bajar los decibeles y evitar subirse a caballo de las críticas constantes y las exigencias permanentes, que los lleva a pensar como hinchas, sino, el horizonte del nuevo técnico no será distinto al de Arzubialde.