La Fundación Azul y Blanco cumple apenas su primer aniversario. Nació para ayudar a la quiebra y terminó haciéndose cargo de Talleres, tras el apartamiento de Ateliers.

Talleres estaba descendiendo al averno del Argentino A. El club, deportivamente se abrazaba a su peor miseria, esa de la que ahora intenta salir. Mientras, las amenazas de remate del predio acuciaban a la gestión del gerenciador Carlos Ahumada. El de 2009 fue el peor invierno que recuerde la memoria colectiva de la familia albiazul.

Mientras, un grupo de hinchas, encabezados por el ex directivo Ernesto Salum, comenzó a juntar esos escombros para soñar con construir un edificio. Una quimera. Pero hubo un grupo de locos que se animaron, desahuciados. “La Fundación fue apoyada por dos personas que me ayudaron mucho que son Aldo Roggio y Hugo Bertinetti y también Guillermo Carena. Ellos me acercaron la gente joven”, cuenta Ernesto Salum a Día a Día.

Pero, el fin fue el de salvaguardar el predio que se iba a remate. El juez Carlos Tale, con quien estaba enemistado, lo recibió y fue convencido de que iban a conseguir aportes para que no se ejecutaran esas tierras. “Cuando desapoderaron a Ateliers, el Fideicomiso nos apoyó mucho y asumimos el costo que implicaba manejar Talleres. Y fue un parto, pero gracias al apoyo de un montón de gente llegamos a poder sostener un club normalmente. Hubo que contratar refuerzos, respetar contratos imposibles para la categoría y contratar entrenador”, agregó.

Son varios los que pechan el buque en Talleres como el contador Rodolfo Onofri: “Hay mucha gente que dejó sus labores y se abocó a trabajar desinteresadamente”. Y hoy, más allá de que hay un pasivo que hay que pagar, la Fundación ha sorteado el mar más tempestuoso y ha puesto en marcha el acercamiento al Fondo Común que se formó con el aporte de empresarios y con el ok del juez Saúl Silvestre.

“Ganamos tres batallas: que se haya ido Ahumada, porque nos hundió en el Argentino A; que el juez confiara en nosotros y que luego consiguiéramos convencer a esta gente que nos está ayudando y que el propio Silvestre viera que todo lo que se hacía era transparente. Sólo rogamos para que el equipo ande en el torneo y nos dé una gran alegría a todos”, expresó Marcelo Brusa.

Parece que haya pasado mucho más de un año. En el medio hubo errores, reconocidos por el propio Salum como el anuncio de la llegada de Andrés Fassi o el famoso viaje del juez Tale a México. De los errores también se aprende en la desgastante la vida institucional de la T. Y quedan un montón de cosas por hacer. “Pasaron otras agrupaciones que ya no están, pero sin la Agrupación Viamonte no podríamos hacer prácticamente un predio nuevo. Y el apoyo para que tengamos gimnasio, aparatos y todo lo que nos hace funcionar normalmente. También quiero destacar a la hinchada, que ha mantenido su comportamiento. Yo también, sólo espero que Talleres ascienda”, concluyó Salum.

Hoy, hace exactamente un año, un grupo de hinchas se animaron a pensar en que de las peores tempestades se puede volver. Con su Talleres, ellos ya están volviendo.

La base de la gestión


Manejo del club. Tras el desapoderamiento de Ateliers se hizo cargo de todo. Consiguió fondos para refuerzos y para el trabajo normal de la institución. No generó deudas.

Estructura. Ahumada retiró muchas cosas que puso en el club y fueron repuestas. Mantienen el predio y sede; mejoraron la pensión y las divisiones inferiores.

Fondo común. Se gestó el Fondo Común de Inversión que permitió potenciar el equipo y el funcionamiento general del club.