La expresión en latín “Quo vadis, Domine” significa “Adónde vas, Señor”, y le fue atribuida, de acuerdo a los relatos históricos, al apóstol Pablo, mientras huía pavorosamente de Roma, para ponerse a salvo de la persecución de cristianos por orden del emperador Nerón. La frase puede familiarizarse con la situación de Talleres, que en busca de un destino y un rumbo institucional que pueda darle fuerzas y sustento para llegar saneado a 2014, plazo límite que exige la Justicia para levantar el pasivo de 26 millones de pesos y devolver el club a los socios, no consigue respuestas ni pistas para salir del laberinto. Hasta el momento, se abonaron cuatro de los 30 millones iniciales, y no hay más certezas. ¿Hay salida? La administración del fideicomiso, con aportes de socios lo hace viable en el día a día, aunque de fondo, la deuda sigue intocable. Sin duda, de ejecutarse el crédito por 13 millones de Jorge Petrone podría dar un vuelco rotundo al proceso, marcando un antes y un después, aunque no hay fecha ni acuerdos formales.

Entonces se abre otro interrogante. La recaudación ante Desamparados no será onerosa como la de los últimos partidos, como ocurrió ante Santamarina, Unión y Racing. Y eso puede marcar otra perspectiva, con un proyecto que va de la mano del andamiaje deportivo. Si Talleres es protagonista en la cancha, habrá dinero disponible para solventar la campaña, caso contrario, hay que buscar más recursos. Pero los acreedores no se ven beneficiados con el sistema. Por eso la incertidumbre. ¿Qué determinación tomará el juez Saúl Silvestre, quien ya expresó su negativa a un gerenciamiento, analizando los resultados de las dos experiencias? Todo está en puntos suspensivos. Ahora, es tiempo de replanteo, de análisis, de autocrítica, porque se avecina una nueva y deficitaria temporada en el Argentino. ¿Quo vadis, Talleres?