...pero se durmió en el final y la T logró un premio generoso. Por eso, el empate le aseguró el liderazgo.

No es exagerado. Racing lo tenía a su merced, en el horno, listo para devorarlo y sellar un triunfazo, ese que le permitiría subir sus acciones anímicas. Es que el equipo de Darío Tempesta fue más allá del escepticismo de la previa. Claro, después de perder de local el miércoles (ante Libertad 4-3) en el Miguel Sancho y con un Talleres derechito, parecía que la Acadé iba regaladita para comerse otro revés. Pero no. Al fútbol hay que jugarlo y el equipo de Nueva Italia tuvo razones de esas que justifican los resultados. Porque sin ser un vendaval, sin pasarlo por encima, logró una diferencia en la sustancia de su juego sobre un Talleres (¿Navarro dependiente?) que se perdió, mucho más en el medio.

Ávalos y Valero le ganaron a los volantes locales. Molina intentaba subirle a Galíndez y lo conseguía y Artura se las ingeniaba para crear espacios, buscarle como fuera a la T y colocar un centro cruzado para Bergese o Velázquez.

En el Albiazul pareció que el exceso de confianza que le daba el imponente y conmovedor marco le haya quitado ese plus de salir con todas las luces encendidas.

Sólo a los 3 lo tuvo Aranda, que fusiló a Antonio y la pelota se fue por un pelito. En Racing respondió Velázquez con un cabezazo imposible de errar en el área chica.

Al final del PT hubo un groserísimo penal no sancionado de Galíndez a Molina. Racing había hecho un poco más, pero más allá de las escasas situaciones era dueño de la pelota y ni Pereyra, ni Aranda, ni Sacripanti lograron impacientar Fernández y López sacaron casi todo atrás.

Ya en el complemento, pareció que poco había cambiado. Y a los ocho minutos, una escalada de Pugliese le permitió a Bergese sacar una bomba a media altura. Lussenhoff le regaló todo el espacio al 7 que la clavó en un ángulo. Requena no pudo hacer nada y la Acadé ganaba con justicia. De allí en más, el equipo de Tempesta se dedicó a aguantar ante la inexpresividad y las falta de recursos de la T. Cosaro dejó a los 17 a su equipo con 10 hombres y todo parecía más fácil. Tito Rebottaro metió cambios a los 20 (se la jugó con Díaz y con Solferino).

Luego vio la roja Buffarini. Con 9, Talleres trató de llegar como pudo. Martinelli tuvo un tiro libre que Antonio le sacó del ángulo. En la última pelota, la visita se durmió en un centro cruzado y Aranda la empujó para el delirio y para sólo conseguir que hoy sea Talleres el que siga mandando en el Grupo 2.