Unión 1-Talleres 3. La T ganó con autoridad en Sunchales y manda en la Zona 2. Goles de Pereyra, Sacripanti y Aranda.

Los trapos se movían y el canto no se acababa. Las banderas flameaban en la fresca noche sunchalense. La banda más loca cantaba en la tribuna, mientras en el campo los jugadores daban su grito. ¡Ésta punta es mía! Y sí, de nadie más. Triunfazo. Como pocas veces tuvo en este torneo. Talleres se debía una victoria así, un 3-1 contundente sobre Unión de Sunchales por la perfección mostrada en la primera parte.

Arrollador. La perfección le llegó a este Talleres de poco convencimiento en el torneo. Pero el equipo necesitaba recuperar confianza, juego, capacidad y todo aquello que construye un fuego sagrado. Talleres fue amo y señor de un partido que estuvo hecho a su medida. Donde el Matador fue más Matador que nunca y donde los 45 minutos iniciales sólo le tuvieron unos ocho o nueve en una pequeña nebulosa. Después la T hizo todo bien. Fue arrollador por su simpleza, por su orden defensivo y por un medio campo donde todos estuvieron encendidos.

El DT mantuvo la línea de tres defensores, aunque ya con una ventaja considerable en el marcador. Casi que lo controló sin problemas al local, que en su casa pareció visitante por los mil hinchas albiazules que no pararon de alentar. Antes de los 10 minutos, la T había avisado por Sacripanti y por Aranda. Pero con las subidas de Buffarini por la derecha y el despliegue del encendido Ramiro Pereyra, Talleres construyó su solidez ofensiva que la capitalizó en la red rápidamente. A los 16 fue el propio Pereyra que vacunó de cabeza. Monay, atento devolvió un pase de cabeza para el pique de Sacripanti. El 7 metió el centro y fue el 10 que, con comodidad, conectó su frentazo. El 1-0 duró poco, porque a los 24 fue el debutante como titular Mateo Martinelli el que facturó el segundo. El volante izquierdo había tenido poca participación, pero tenía compromiso con la marca y mostró un ida y vuelta importante por esa franja. Martinelli le puso el broche a una notable jugada colectiva y metió un bombazo de aire tras un centro de Aranda.

Unión se fue con todo a embocar algún descuento. Allí entre Leichner y Zárate se las arreglaron para molestar a la zaga albiazul que mostró unos baches, algunas dudas. Lo tuvo Leichner y también Triverio, pero fallaron en la puntada final. La helada cortina en el marcador la bajó el Bati, cuando tras una contra con pared entre Navarro y Pereyra abrieron para el Bati. Serial, goleador Argentino, Aranda la clavó a un costado abajo.

El 3-0 no era un resultado generoso, era la síntesis elocuente de una noche de perfección para un equipo que había hecho todo bien.

Otro tiempo. Dormidos, así entraron los jugadores. Y otra vez, la maldita pelota parada. De una metida de pecho, de prepo, Unión generó un córner tras mover en el medio. Y Leichner metió un bombazo al ángulo, inatajable, a los 50 segundos de iniciado el complemento. Eso le dio otra actitud al dueño de casa, que le quitó la pelota a Talleres. Al equipo de Rebottaro el complemento se le hizo muy cuesta arriba. Y pasó un susto más, otra vez por Leichner. Pero Giordano se hizo de goma para poner la mano en el ángulo. Unión buscó con desorden y la T se aferró con uñas y dientes. Nada era seguro porque la sensación de descuento crecía. Aranda se lo devoró solito a los 12 y después todo fue una batalla en el medio. La defensa de la T, un frontón. Zárate tuvo un remate recién a los 35. Era un golazo. Pero no, por un pelito. Talleres se había aferrado ya a una victoria que fue difícil y trabajada. Lo mejor ya lo había hecho y sólo tenía que cuidarlo. El Matador cumplió la premisa y sigue mirando desde arriba. Por eso puede gritar con toda autoridad: ¡esta punta es mía!

La figura: Ramiro Pereyra. El 10 de la T fue una máquina en el primer tiempo y fue el que generó lo mejor de un Talleres, que aplastó a su rival. Ramiro participó en la mayoría de las jugadas de peligro, se movió por el frente de ataque y, además, hizo un gol. Otro de gran nivel fue el Bati Aranda, que sigue haciendo goles y no sólo eso: se muestra generoso con el circuito de juego del equipo.