Se presumía que la resolución del juez Saúl Silvestre, en su primera actuación en la quiebra de Talleres, era una medida para dejar contentos a todos. Pero una vez efectivizada la resolución del magistrado, ninguna de las partes involucradas pareció quedar conforme. Pese a que es el primer paso para normalizar y recuperar la vida institucional, de acuerdo a los protagonistas y a lo que plantea con el llamado a elecciones, abre el camino a que todo ese proceso de reempadronamiento y los comicios puedan asemejarse a lo que se llama vulgarmente una “bolsa de gatos”. Es que el ambiente albiazul está tan contaminado de subjetividades, parcialidades, que nadie imagina el desenlace.

Es impredecible lo que puede resultar la convivencia entre la nueva comisión, el presidente normalizador, el fideicomiso, la Fundación, y ni hablar si el recurso de Casación le es favorable a Ateliers. Pura discordia, como siempre, con muchos intereses en juego. No será fácil llegar a una concordia, con tanto disenso dialéctico. Pareciera que en ámbito de Talleres no hay sujetos que no hayan tomado partido. Con esa tendencia, con los ánimos de apelaciones constantes, todo indica que el expediente de Talleres no va a parar hasta llegar a la Suprema Corte de Justicia. Silvestre mostró voluntad de normalizar al club, pero este primer paso puede ser más duro de lo que todos creen.