Matías Giordano, el arquero de la T, es voz de mando en el fondo. Y espera el despegue definitivo.

A tiende el teléfono y pide disculpas por la interrupción. Se aleja del tubo y reta a la hijita. La manda a la pieza y le vuelve a levantar la voz. Después se ríe. Charla otra vez, con voz pausada y pensativo. Es Matías Giordano, el arquero de Talleres que sueña como todos con un porvenir de bonanzas. "¿Loco yo? ¿Por qué? Soy loco pero no tanto", dice entre sonrisas a Día a Día. "Estamos un poco mejor a nivel equipo. Es como decía Roberto (Saporiti) que en siete u ocho fechas el equipo iba a aparecer. Nos falta aún, pero espero que nos vayamos consolidando", señala el 1 albiazul.

El cambio de mando. La realidad institucional ha ido mutando, las versiones, los cambios de mando y tanta agua caudalosa que corre debajo del puente de barrio Jardín. Pero hoy son días calmos, sin creciente ni tormentas en el camino. "El equipo se fue armando sobre la marcha y hay chicos que no se pudieron acoplar de entrada. No nos conocíamos bien y estamos encontrando de a poquito el nivel. Hoy cambiaron algunas cosas y esta gente que vino nos garantizó que todo va a seguir bien, igual. En algún momento se sabía que podría pasar lo que pasó", reconoció.

La situación personal de Giordano también fue cambiando. No pudo jugar de entrada, pero ahora sí es casi uno de los pilares del equipo. "En lo personal uno está bien, contento. Tengo que ir limando los errores, tenemos igual un buen grupo de arqueros con (Gustavo) Irusta como entrenador", afirma. ¿Entonces Giordano no está loco? "No me considero un loco, soy el arquero el que tiene que gritar desde atrás. La verdad que a los jugadores hay que decirles cosas y por ahí uno trata de ayudar. Este partido (Alumni) es muy importante porque si ganamos serían dos consecutivos y nos fortalecerá", concluye Giordano.