No quedaba nada y Juan Aballay clavó el 1-0 final. La T le ganó a Estudiantes con la última bola a los 47 del ST. Flojo partido.

El final marca un inicio. Claro, el valor del triunfazo le da el condimento de romper con la hegemonía de malarias y empezar en serio. Y eso es un aliciente para lo que viene. Es un despojo de esa ropa harapienta para vestir con otra pilcha. Talleres le ganó 1-0 a Estudiantes porque empujó como pudo, aunque se encontró con un partido que le fue esquivo por méritos defensivos del Celeste del sur y por la escasez de ideas a lo largo de los 90 para que el dueño de casa gozara de la claridad para imponerse.

La T logró sus primeros tres puntos en el torneo y la continuidad (aún endeble) del DT Roberto Marcos Saporiti recuperó cierta estabilidad. Pero esa deuda futbolística aún tiene muchas anotaciones en el cuaderno de tareas para todo lo que se avecina en el campeonato.

Hoy Talleres no tiene buen juego. Pero sí tiene una intención de jugar. Eso hace creer que hay jugadores dotados, más allá de lo técnico y de lo físico, de ideas, de pensar para ver cómo se llega al objetivo de ganar. Con lo anteriormente expuesto poco podrá decirse de ello en los primeros 45 minutos. Un centro de Anívole a la cabeza de Galíndez encontró bien parado a José Manicelli que le tapó bien.

Después no hubo situaciones claras de gol. Estudiantes, recientemente ascendido a la A del Argentino, hizo todo como para llevarse un punto al menos. Su defensa tiene rodaje, con un central como Carrizo que pinta para caudillo y el operativo cerrojo se cumplía bien. Sus laterales Cristian Acosta por derecha y Emiliano Zappico por izquierda hicieron un soberano esfuerzo. Pero éste último, figura del cotejo, fue quien se convirtió en un arma de llegada para el desborde y centro de la visita. Marcó, metió, peleó y se proyectó todo el partido.

Así lo hizo saber también por su lado Federico Lussenhoff en el fondo de la T, donde reinó mucho más orden que en las dos primeras fechas. Bien los laterales, mejor Galíndez. Pero en el medio hay problemas de tránsito. Miguel Monay, intermitente, por momentos se hace dueño de una estrategia y luego casi no toca la pelota. Arce no fue gravitante por derecha (lo reemplazó Bufarini pero tampoco) y Sanjurjo, interesante de a ratos, aún no está en plenitud y no demostró mucho más que lo que hizo Agustín Díaz. El volante juvenil lo reemplazó en el complemento, pero tampoco fue alternativa para romper al rival. Poco peso ofensivo de la T con Cuello (se fue lesionado y lo suplantó Solferino) y con Moreira Aldana. ¿Y las situaciones? Giordano le tapó a Aimar, Búffali obligó un par de veces y nada más del rival. En la T hubo una buena cantidad de córners, pero el rival era un frontón. Solferino había estrellado un tiro en el travesaño y nada más. Talleres iba, a lo Talleres, y nada más. Tras un último córner Juan Aballay encontrón el balón en la puerta del área. Remató, esquinado y se rompió ese maleficio. A los 47 minutos y 20 segundos. Era el último recurso. Y ese final, explosivo, quizás marque un comienzo, el que todos desean.

La figura: Emiliano Zapicco.Despliegue, ideas y vocación ofensiva. Resulta raro pensar en un lateral que haya sido la figura, aunque claro que es un indicio de lo que fue el partido. Zapicco fue el destacado por su juego y regularidad. También un merecido premio para Juan Aballay que metió, marcó y llegó al gol.